Flaco favor le hace a AMLO y al proyecto de la 4T gente que racionaliza los errores, omisiones y prácticas nocivas de esta gobierno
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Flaco favor le hace a AMLO y al proyecto de la 4T gente que racionaliza los errores, omisiones y prácticas nocivas de esta gobierno
No hay ser humano que no sea culpable de tener filias y fobias, así como ideas o creencias firmes acerca de cualquier tema, desde lo más mundano hasta lo más trascendental. Somos capaces de creer en cosas que no hemos visto y tener esperanza en que las cosas mágicamente sucederán sólo porque las pensamos con fervor, ánimo o concentración o porque sentimos que nuestro esfuerzo y convicción cambiarán el destino de las cosas. Sufrimos, en mayor o menor medida, de lo que se conoce como sesgo de confirmación. Por decisión propia somos bombardeados de opiniones de quienes piensan igual que nosotros y evitamos a aquellos que no comulgan con nuestras ideas, nos vamos creando y gradualmente encerrando en nuestra propia cámara de eco, rodeados de posturas consistentes con lo que creemos o queremos creer sobre cualquier tema. Así, seremos capaces de distorsionar la única realidad que existe y moldearla o racionalizarla hasta convertirla en múltiples realidades de acuerdo con el color del lente que traigamos puesto (nuestro sesgo de confirmación).
Así es como nos topamos con posiciones radicales (y poco flexibles) en ambos extremos de cualquier espectro y somos capaces de endurecernos armados únicamente con dogmas maleables y frágiles e ideologías improvisadas sobre la marcha. Supongo que así es el individuo en el siglo 21, en la era de las redes sociales en que no cabe la moderación, sólo la polarización. Y entonces acabamos viviendo en un País que es administrado por aquellos cuya principal oferta política era ser diferentes a los anteriores, lo que les ganó el mayor número de votos de la historia. De ahí, prometieron transformar al País. Sin embargo, aun cuando claramente el presidente López Obrador y gran parte de su equipo de la 4T seguramente son personas bien intencionadas, nos están quedando a deber. Y nos quedan a deber porque no han sido capaces de dejar de hablar y ponerse a pensar. Siguen pensando, erróneamente creo yo, que será con base en una avalancha de discursos y tuits que cambiarán al País. Así como calificar al mundial no es lo mismo que ganar la copa del mundo, ganar una elección no es transformar al País. Y muy poco ayudan quienes tienen la esperanza puesta en AMLO y su 4T cuando a toda costa justifican o racionalizan los errores, omisiones y despropósitos del actual gobierno.
Sí, me refiero a ti, que hayas votado por AMLO o no, piensas que está bien cancelar proyectos o impartir justicia con base en consultas. A ti que toda tu vida has sido de izquierda o liberal, pero te parece razonable que el Presidente se comporte como pastor religioso en sus discursos y predique constituciones morales, cuando lo que urge es que se cumpla y haga cumplir la Constitución Política. No ayudas tú, que crees que es razonable que el Presidente dedique horas cada día a atacar –casi de manera enfermiza– a un gobierno que terminó hace casi 8 años, mientras que en casi 2 años en el poder no da muestras de mejorar indicadores que hace 8 años ya eran un problema. Flaco favor le haces a tu País y al proyecto de transformación de la 4T cuando te parece aceptable y normal que un presidente cuestione cifras desastrosas de crecimiento o de homicidios, cuya fuente es su propia administración. Peor aún, aplaudes efusivamente cuando el mismo presidente dice que ya no tomará en cuenta el PIB, porque hay una mejor forma de medir la felicidad y el bienestar. No se te ocurre cuestionar cómo un País sin una economía vibrante puede dar bienestar a su población, menos cuando ya hay déficit de empleo y exceso de pobres. Te parece digno de aplauso que el Presidente abandone la medición del crecimiento del PIB porque no ha podido hacerlo crecer, ni antes ni durante la pandemia. Celebras que el Presidente caiga en generalizaciones sobre los empresarios, manchando de un brochazo a los millones de empresarios admirables y honestos que tiene el País. Pero no te cuestionas por qué aparece rodeado de empresarios cuestionables, de esos que se suponía eran de la mafia del poder. Te parece congruente que miembros del gabinete oculten docenas de bienes inmuebles o sean personajes históricamente cuestionados y que el Presidente invierta el capital político que tú le diste defendiéndolos. No eres un demócrata, ni un ciudadano modelo cuando te parece digno de aplauso un tuit o un discurso que habla de terminar con la corrupción y al día siguiente la cara más visible de la corrupción de décadas es tratado como príncipe anémico intocable. No debes considerar razonable ni aceptable que un presidente ponga a consulta juzgar a cualquier criminal del pasado reciente, no importa si es un líder sindical o un expresidente. Le fallas a tu ideología y a tu País cuando toda tu vida has pedido energías limpias, excepto cuando es tu presidente y su proyecto quienes las bloquean, aun así le aplaudes, no importa la densidad de la columna de humo que arroja la refinería de tu ciudad.