Fito Páez le canta a los desaparecidos en Torreón; cierra Festival Julio Torri

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Fito Páez le canta a los desaparecidos en Torreón; cierra Festival Julio Torri

Canción. Las madres de desaparecidos subieron al escenario con Fito Páez y juntos entonaron a capela “Yo vengo a ofrecer mi corazón”. Foto: FRANCISCO RODRÍGUEZ
Canta, junto con madres de hijos extraviados, ‘Yo vengo a ofrecer mi corazón’

TORREÓN, COAH.- ¿Quién dijo que todo está perdido? El sábado por la noche el cantaautor argentino Fito Páez, cerró el Festival Julio Torri en Torreón ofreciendo un hálito de solidaridad: subió al escenario a madres que buscan a sus hijos desaparecidos y juntos cantaron a capela “Yo vengo a ofrecer mi corazón”. 

La noche tuvo que ser mudada del escenario al aire libre de la Plaza Mayor, al viejo Auditorio Municipal, por la llovizna que caía. Ante una entrada regular de unos tres mil laguneros, Fito Páez entregó su corazón con rolas como “Te vi”, “Pétalo de sal” y “Dale alegría a mi corazón”. 

En su primera vez en Torreón, el rosarino vistió un pantalón oscuro y un saco multicolor que cubría una camisa negra transparente. El amor después del amor puso a corear a los presentes que disfrutaron de la entrega de Fito, sus muecas, sus gesticulaciones, sus ademanes, el volar de sus rulos, sus contorsiones a la hora de cantar “…en la ausencia del dolor, ahora sé que ya no puedo vivir sin tu amor…”. 

“Hay ocasiones en que prefiero el beso, el polvo que las palabras… y por eso hay canciones que todavía canto con la frente en alto…”, dijo Páez para sacudir al público con “A lado del camino”, donde inclusive, mientras la cantaba, pidió a “Patricia” que se alejara de México. 

El argentino se mostró en todo momento conectado con el público, a quien pidió iluminara de estrellas la ausencia de cielo en el auditorio. La gente iluminó la atmósfera con la luz de celulares. 

Fito salió del escenario mientras la gente coreaba “oe oe oe oe, Fito, Fito”, pero nomás cambió su atuendo y pasó del negro al blanco, aunque mantuvo su camisa negra que dejaba ver su abdomen. 

Tuve un encuentro con las familias de los desaparecidos en México y me contaron historias duras, salvajes”
Fito Páez, cantante

Con “11 y 6”, “Circo beat” y “Tumbas de gloria”, Fito puso a cantar a sus seguidores en un ambiente rocanrolero que bien animaba a chicos y grandes. Fito, el histriónico, se recostaba en su piano y zumbaba su guitarra ante el delirio del público. “A rodar mi vida” parecía sería la última canción que entonaría Páez pero éste tenía una sorpresa. 

En tiempos en donde nadie escucha nada, en tiempos egoístas y mezquinos, en tiempos donde siempre estamos solos, como dice una de sus rolas, Fito tenía preparado una muestra de compromiso con uno de los temas que más han desgarrado al pueblo mexicano: sus desaparecidos. 

“Hace casi 30 años que vengo a México y lo digo y lo siento que es mi casa”, mencionó. “Es inevitable conocer historias similares que suceden en Latinoamérica. Tuve un encuentro con las familias de los desaparecidos en México y me contaron historias duras, salvajes”. Entonces invitó al escenario a familias integrantes de Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila (Fuundec), mientras el público se solidarizaba con aplausos. 

Fito ya vestía un traje azul claro y camisa blanca. Las madres caminaban y él las recibía con un abrazo y un beso fuerte. Fito en medio, abrazando a las madres. Ellas con hojas en mano. A capela y con la solidaridad contagiada en el público entonaron: “Quién dijo que todo está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón. Tanta sangre que se llevó el río… me iré tranquilo, me iré despacio y te daré todo y me darás algo, algo que me alivie un poco más…”. 

Al término, el público brindó un aplauso extendido, profundo; Luz Elena Montalvo, madre de un desaparecido, tomó el micrófono y lanzó esa frase que parece ya una consigna de batalla: “Vivos se los llevaron”, gritó Luz Elena y el público, fraterno, respondió: “Vivos los queremos”. ¿Quién dijo que todo está perdido? Fito despidió a las madres con otro abrazo fuerte, beso hermano de quien se sensibiliza ante la tragedia. El aplauso seguía. 

Después vino “Mariposa tecknicolor”, sólo para dar un impulso al público que ya cantaba borracho de magia y frenesí.