Finanzas en la grada

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Finanzas en la grada

El futbol es la cosa más importante de las menos importantes de este planeta pensaría yo.

“Yo vendo un producto llamado futbol” así lo dijo el mismísimo presidente de la FIFA Joao Havelange cuando aún estaba en funciones. Y es que al consumir ese producto con extraordinario poder emocional despiertas la pasión, esa pasión desenfrenada de millones de seguidores en todo el mundo que al final de cuentas generan un objetivo primario: dinero.

¿Cuándo inicia el negocio del futbol en el mundo?, muy sencillo, cuando dejó de ser amateur y a inicios del siglo XX se hizo profesional. A la fecha se dice que el negocio está en los botines, playeras y rostros de los jugadores y se acusa al futbol de ser una presa fácil de un negocio al servicio del marketing y de haber olvidado lo deportivo.

Este “deporte profesional” genera nada más y nada menos ingresos que superan los 50 mil millones de dólares por año según datos de su gobernante: la FIFA. 

El futbol entró rápidamente a su globalización, se expande a grito de gol por cada rincón del planeta. Hoy la estrategia es sencilla: que los equipos jueguen bonito, ganen títulos y dinero, pero algo muy importante es seducir nuevos clientes llamados aficionados, pues el negocio tiene que continuar y necesita nuevos hinchas  que por cierto los está encontrando de manera bestial en territorio chino, pero de eso escribimos en otra ocasión. Oh! bendito futbol que desde la ficción articulas conciencias, emociones y economías de barrios, ciudades y naciones.