Fertilidad y cambio
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Fertilidad y cambio
La fertilidad se anuncia con hojas tiernas en los árboles y en las plantas, en los botones de las flores y en los cantos de las tortolitas con sus cantos milenarios que no cambian su melodía. Nosotros caminamos tan de prisa por las calles de la vida que no vemos la fertilidad que renace cada año. La vegetación ha dejado de ser importante en nuestro mundo, ha sido reducida a la categoría de un adorno estéril que se seca y se tira a la basura.
La fertilidad humana cotidiana que se anuncia a cada rato en las ocurrencias de los niños y los sueños de los grandes, ha sido suplantada por las urgencias de la agenda, las tareas y las obligaciones, las preocupaciones de lo que todavía no llegan y que se anuncian con miedos. Los temores del mañana esterilizan el botón del presente, el hoy que no se percibe, el ‘quiero’ se anula ante las demandas y exigencias.
La fertilidad humana ha sido reducida a lo biológico y hoy es concebida como un peligro. Una amenaza al proyecto de vida, una ladrona de la libertad y del salario, una estéril inversión del vivir humano. En lugar de considerar su máximo potencial de transmitir la vida, que por lo mismo requiere responsabilidad, cuidado y control tan sagrado como la vida misma, es encerrada en la cárcel de lo desconocido, en la obscuridad de lo innombrable.
La fertilidad humana ha sido sustituida por el reconocimiento de la creatividad de los artistas, de los científicos, de los empresarios. Todos los días somos sorprendidos por sus obras, por sus avances y por sus productos. Toda mente humana es tan fértil como la naturaleza, pero su potencial creativo está condicionado a la fertilidad de su contexto familiar, escolar y social. Cuando ese contexto es rígido y conservador como una roca no solo ahoga el nacimiento de una rosa, sino que extingue la fertilidad del pensamiento y del corazón.
Son frecuentes las familias y escuelas donde la sonrisa y el canto son fantasmas indeseables y muchas veces son interpretados como burlas a las costumbres y a las normas. Son indicadores muy claros de una esterilidad tan perfecta que no permitirá una novedad ‘desacostumbrada’, esa perfección antiséptica de las normas sociales extinguirá cualquier intento diferente de pensamiento, lenguaje o tarea.
El castigo se impone sobre el diálogo, el autoritarismo sobre el servicio y la rutina sobre la innovación.
En México hasta los años sesenta la fertilidad biológica tenía como único límite oficial el matrimonio. Con la difusión de la ‘píldora’, surgió la conciencia de su responsabilidad. El límite se tornó un asunto personal. Sin embargo la fertilidad mental, política y social siguió sometida a las instituciones y sus dueños. Su proceso de liberación fue más lento, posiblemente porque carecía de la fuerza del instinto. Hoy la tecnología, especialmente la informática, ha desbordado los límites de la fertilidad creativa. El ser humano descubre diariamente nuevas herramientas que cultivan su fertilidad mental y personal. Con el tiempo la creatividad personal será el cauce de las instituciones sociales, políticas y religiosas, hasta ahora tan inamovibles al grado que se han hecho un fin en sí mismas.