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Feminismo de feis

“Yo hago… yo no hago… yo repruebo… yo condeno… yo no digo… yo rechazo… yo digo no…”.

Con las anteriores y otras palabras iniciaban numerosos estados de Facebook publicados ayer con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Nada nuevo, desde luego, si se toma en cuenta un hecho concreto: es exactamente la misma historia de cualquier otro “Día de…”, celebrado anteriormente y referido a la necesidad de combatir la violencia, la discriminación y la marginación sufrida por las mujeres.

Las reacciones generadas por los muchos estados de feis publicados ayer en dicha red social tampoco discrepan mayormente de lo leído en ocasiones anteriores: “qué guapa… qué guapo… qué guapos… ¡excelente!”… o sólo el consabido like cuyo obsequio –como un vaso de agua– a nadie se le niega.

¿Hay algo malo en eso? En esencia no. Es estricto sentido, la razón para instaurar un “Día de” es diseminar el concepto, concitar la atención global sobre el tema, llamar nuestra atención respecto de las peculiaridades de una agenda a la cual no solemos asomarnos el resto del año.

Pero cuando uno se fija con un poco de mayor atención descubre cómo, en realidad, muchas cosas van mal con este feminismo de feis…

Comencemos por lo más obvio: uno conoce a algunas (o a muchas) de las personas cuyas publicaciones lee, lo cual nos coloca en la posibilidad de contrastar el contenido de su publicación con los actos concretos de esa persona, de los cuales ha sido testigo… Y la comparación entre los dichos y los hechos suele resultar, con insana frecuencia, desastrosa.

Personalmente encuentro desagradable leer a alguien diciéndose partidario o defensor de tal o cual idea y recordarle adoptando actitudes, realizando actos o esgrimiendo argumentos en los cuales exhibe abiertamente su vocación por la posición contraria.

Y eso pasa justamente con la publicación de estados “feministas” (las comillas son obligadas): resulta inevitable contrastar las actitudes conocidas de quien los ha publicado, con las palabras contenidas en su estado del feis y caer en la cuenta del divorcio existente entre ambos puntos.

Vale aclarar: no estoy hablando de todas las publicaciones, ni estoy señalando a todos los autores de las mismas como habitantes del territorio de la incongruencia. Pero, al menos entre quienes puedo identificar personalmente, la situación descrita es alarmantemente mayoritaria.

¿Este señalamiento implica una posición personal en contra de la afamada red social o de realizar publicaciones alusivas a la conmemoración? No.

Mi punto es otro: la congruencia entre la publicación de un estado de Facebook y la actividad cotidiana es necesaria para convertir a la acción publicitaria en promoción real de nuevas actitudes y no sólo en un acto vacío de contenido, cuya trascendencia se limita a provocar un like, generar la colocación de un emoticón o inducir a la realización de un comentario absolutamente desconectado de la publicación original.

No soy enemigo del feis aunque, como ya lo he dicho antes en este mismo espacio, no soy propiamente un fan de dicha red por diversos motivos, entre ellos el hecho de tener interfaces poco intuitivas cuya lógica me resulta exasperante. Pero bueno: ése es mi problema, por supuesto.

Volviendo a lo nuestro, contrario a la posibilidad de considerarme un enemigo de las redes sociales, encuentro lamentable la forma en la cual se desperdicia el potencial de las mismas para convertirlas, de verdad, en herramienta para combatir los peores rasgos de nuestra cultura, entre ellos el machismo y todas sus múltiples manifestaciones de violencia.

No me parece mal, ni me desagrada, la publicación de miles de estados de Facebook en los cuales se condena la violencia contra la mujeres y se realizan “compromisos públicos” a favor de las mejores prácticas de convivencia. Me preocupa el manifiesto divorcio entre las manifestaciones realizadas en el mundo virtual y las acciones concretas en el mundo real.

Porque la violencia contra las mujeres, la discriminación históricamente padecida por tantas y la segregación a la cual siguen sometidas millones de representantes del sexo femenino, ocurre en el mundo real, no en Facebook. Y las acciones requeridas para transformar esa realidad deben realizarse entonces en el mundo real, no en el espacio virtual.

En el mundo real, donde millones de mujeres son obligadas a prostituirse, a trabajar en condiciones de semi esclavitud, o soportan cotidianamente la violencia física, sexual y sicológica, solamente acciones como visibilizar a las víctimas y señalar, perseguir y castigar a los victimarios lograrán cosas concretas.

Mientras no hagamos algo en esta dirección, nuestros estados podrán acumular millones de likes y nuestro club de admiradores crecer sin freno. En tanto, de forma paralela a esa realidad de ficción, la violencia y la discriminación hacia las mujeres se mantendrán, en el mejor de los casos.

Porque para cambiar la realidad de quienes padecen la violencia de género, el feminismo de feis es inútil y sólo sirve aquél practicado en el mundo real.

¡Feliz fin de semana!

@sibaja3
carredondo@vanguardia.com.mx