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Feliz juguetón

Si se cambia el adjetivo cambia la substancia. Si se califica a alguien de “alegre” en lugar de “borracho”, o a alguien que roba lo ajeno como “listo, inteligente o astuto” en lugar de “ladrón”, modifica el desorden y la substancia del delito a tal grado que el crimen se vuelve divertido e inocuo, y se diluye la gravedad de las consecuencias. Las agresiones de un intoxicado o la pobreza de un País no se conecta con una causa que ha sido definida como “divertida”.

Tal parece que es el fallo de la Suprema Corte de Justicia cuando convierte al consumo de la mariguana en algo “divertido”, y nos regala antes de Navidad un “juguete nuevo” llamado “cannabis” de 5 gramos.

No es extraño el fallo cuando invoca el uso “terapéutico” de la mariguana. Aunque en sí es una falacia, dado que “terapéutico” significa tratamiento con fines de curación y ningún adicto a la mariguana se cura de su compulsión consumiéndola (y menos si es de 5 gramos), aunque alivie el “síndrome de abstinencia” de la droga. Este motivo “terapéutico” de aliviar se acepta en el mundo moderno, pero implica que el mariguano es un “enfermo mental”(no un adolescente “juguetón” ) que sufre una compulsión insoportable.
Si la Corte indicara el uso “hedonista” en lugar del adjetivo “lúdico”, sería más honesta y cercana a la realidad del mariguano. Los que la consumen sin declararse enfermos mentales lo hacen por placer (hedonismo) y no por juguetear un rato (ludopatía), para sentir bonito, alucinar un mundo de flores y colores, sonidos casi místicos, cuerpos y pieles hiperexcitantes, fantasías que trastornan de tal manera la realidad cotidiana que se convierten en un hábitat permanente (¿para qué regresar a la realidad del trabajo y del esfuerzo?).

Esta experiencia hedonista irreal está muy lejos del calificativo infantil de “lúdico”. Al aplicarle este adjetivo al consumo de la mariguana la SCJN engaña al pueblo mexicano y, peor todavía, intensifica una característica que lo deteriora, lo vuelve más “juguetón” y diluye su responsabilidad familiar, social, laboral y educativa. Fortalece la imagen del padre-madre juguetones que se dedican a disfrutar “lúdicamente” la vida en lugar de ser educadores, la imagen del político y el empleado “juguetón” con el presupuesto, el maestro y el ciudadano a quienes lo que más le importa es divertirse en la escuela y en el barrio.

Arturo Zaldívar, gurú de los 850 mil consumidores de mariguana, nos ha revelado el secreto de la felicidad: para alcanzarla ya no hay que “amar y trabajar” como dijo Sigmund Freud; las “Bienaventuranzas” del Evangelio Cristiano son anacrónicas; el “sentido de  la vida” de Victor Frankl es una utopía inalcanzable. La felicidad se encuentra en la tienda de la esquina, por unos cuantos pesos se podrán conseguir 5 gramos de mariguana y cada quien será un “feliz juguetón” sin tanto esfuerzo.