Félix Salgado, ¿un peligro para la democracia?

Usted está aquí

Félix Salgado, ¿un peligro para la democracia?

La actitud asumida por el aspirante morenista ha levantado, como era de esperarse, una ola de reacciones porque claramente se trata de una incitación a la violencia

El senador con licencia y aspirante a la candidatura de Morena al Gobierno de Guerrero, Félix Salgado Macedonio, pareciera determinado a mostrarse como un individuo dispuesto a todo –incluida la comisión de actos delictivos– en su empeño de forzar a las instituciones a obviar sus omisiones.

O al menos eso pareciera evidenciar su arenga de ayer, afuera de las instalaciones del Instituto Nacional Electoral (INE), durante la cual emitió frases que constituyen una clara amenaza contra la integridad física de quienes forman parte del Consejo General del INE, especialmente su presidente, Lorenzo Córdova Vianello.

“Si no se reivindican, se lo decimos de una vez, los vamos a hallar a los siete (consejeros), los vamos a buscar y vamos a ir a ver a Córdova. ¿No le gustaría al pueblo de México saber dónde vive Lorenzo Córdova? Si les gustaría saber cómo está su casita, de lámina negra… que cuando llueve se gotea y moja su cuerpo, ¿sí? ¡Cabroncito!”, fue una de las frases utilizadas por el guerrerense ante quienes le acompañan en el plantón en el INE.

Como marco a su arenga, en el improvisado templete fue colocado un féretro con la leyenda “Lorenzo cuenta tus días rata. Demonio”.

La actitud asumida por el aspirante morenista ha levantado, como era de esperarse, una ola de reacciones porque claramente se trata de una incitación a la violencia ante la inminente resolución final del árbitro electoral que hoy será emitida.

Incluso la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, salió ayer a realizar un “enérgico llamado” para que las diferencias políticas se mantengan “dentro de la legalidad y el respeto mutuo, tanto a las instituciones como a los servidores públicos”.

No faltará quien diga que lo dicho por Salgado Macedonio es tan sólo un acto de ejercicio de la libertad de expresión y que, por muy desagradables que nos resulten sus palabras, estas se encuentran protegidas por este derecho. Claramente no es así porque constituyen una amenaza a la integridad física de personas concretas y por ello se trata de manifestaciones que deben estar proscritas del discurso público.

Además de eso, se trata claramente de expresiones indeseables en el marco de la contienda por el poder público y por ello debieran ser condenadas, sin fisuras, por todos los que habitan el escenario político. No hacerlo implica abrirle la puerta a una escalada de violencia verbal que puede transmutar fácilmente en violencia física.

Estamos, a no dudarlo, ante una actitud antidemocrática que no solamente debe ser atajada sino que debe convertirse en un ejemplo de aquello que todos rechazamos y no permitiremos que se convierta en la regla de las campañas políticas en cualquier lugar del País.

Que nadie se llame a sorpresa si, contrario a lo deseable, este tipo de expresiones reciben carta de naturalización y ello termina llevando a la lucha por el poder público al escenario de la barbarie.