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Felicidad y regulación emocional
La mayoría de nosotros buscamos la “felicidad” como una de las metas personales más significativas.
Nuestra personalidad, con su particular estado de ánimo, define en gran manera la forma en como vemos la vida y como respondemos a lo que nos ocurre en ella.
Sin embargo, todos conocemos a alguien que aún en tiempos inciertos como los que vivimos hoy, se distingue por mantener un entusiasmo, actitud propositiva y felicidad la mayor parte del tiempo, ¿cómo lo logra? ¿Qué hace diferente? Varios estudios sobre “felicidad” nos dan pistas y hoy comparto con ustedes los comportamientos observables de personas felices:
Siempre están mejorando algo.
Trabajan por adquirir hábitos positivos en su vida.
Se plantean metas personales y les ilusiona alcanzarlas (quieren lograr cosas, y saben que no hay meta pequeña o insignificante).
No se “ganchan” ni pierden su energía en las cosas o situaciones que se salen de su control, incluyendo chismes y conflictos.
Están dispuestos a ayudar a otros y disfrutan al hacerlo.
Evitan relacionarse a profundidad con personas negativas o quejosas.
Su palabra y actitud favorita es la gratitud.
Han aprendido a conocer y regular sus emociones.
Mantienen un buen sentido del humor la mayor parte del tiempo.
Viven conectado con el presente.
¿Cuántos reconoces en ti? ¿Cuál te gustaría fortalecer?
Ahora bien, querer ser feliz todo el tiempo es una meta irreal porque implica de alguna manera negar los altibajos emocionales naturales que existen en todas las relaciones humanas. Tú y Yo estamos preparados para sentir, fluir y aprender de las emociones que se desprenden de cada experiencia de vida y cuando negamos las emociones que no nos gustan, como el miedo, la envidia o el enojo, lo único que hacemos en potenciarlas.
Cuando nos pasa algo que juzgamos desagradable, muchas veces reaccionamos en automático, pero después, somos nosotros los que tomamos la decisión (consiente o no) de estacionarnos ahí indefinidamente o nos empoderarnos para cambiarla por una emoción más conveniente.
Una recomendación que hacen los expertos es hacer pausas para distinguir cómo nos sentimos, ubicar la causa raíz que provoca esa emoción, y sin culpar a otros, decidir movernos hacia otra emoción que si nos permita seguir avanzando en el día. “Hacer conciencia es la clave”, muchas veces con solo aceptar cómo y qué sentimos es suficiente para iniciar un proceso de sanación.
Para ser felices no hay una receta que funcione para todos, pero algunas herramientas sencillas que le abonan en la regulación emocional son: cambiar la conversación, escucha música, conocer historias de vida inspiradoras, dar un paseo, hacer ejercicio, comer o beber algo, etc. En mis talleres siempre pido a todos que ubiquemos un par de personas que nos animan el corazón. Ellos son parte de tu caja de herramientas emocionales, cuídalos y mantenlos cerquita de ti para cuando necesites un levantón (ojalá sean tres para no saturar a ninguno).
Antes de despedirme quisiera reforzar un detalle: no importa la edad que tengas, como hayas sido en el pasado o como crean los demás que eres, en cualquier momento puedes aprender a regular tus emociones y responder a la vida de una mejor manera para ser más feliz.