Fantasmas en la Subprocuraduría en Saltillo: la sombra de un niño, una pelota, una fuente y el miedo en la espalda

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Fantasmas en la Subprocuraduría en Saltillo: la sombra de un niño, una pelota, una fuente y el miedo en la espalda

Miedo. Cruzar el espacio de la fuente deja una sensación extraña.
Empleados de todos los niveles dan cuenta del extraño fenómeno

Una noche, cerrada noche, noche negra de octubre por cierto, serían las 10:00, mientras aguardaba a José Ángel Herrera, el fiscal de desaparecidos, en su oficina de la Subprocuraduría para la Investigación y Búsqueda de Personas No Localizadas, ubicada en Canadá y Carranza, escuché por boca de un empleado sobre las extrañas cosas que ocurren en la casona que alberga a esta dependencia.

El susodicho trabajador, no supe si era empleado administrativo, perito o policía, me contaba que en esta residencia de amplios y sombríos jardines, con su tétrica fuente al centro, se escucha, aun a pleno sol, como un botar de pelota.

Como si alguien, un niño, anduviese botando un balón por todas partes.

Y lo más escabroso es que hay en esta oficina quienes aseguran haber visto la sombra, la silueta, de un chico que se pasea por los despachos de la dependencia, detrás de un botar como pelota, de balón que rebota en las paredes y se pierde en algún rincón.

Nadie me supo decir de quién fue, quién habitó este caserón de macizos portones de forja, ni lo que pudo haber ocurrido aquí en el pasado que explique un poco este fenómeno sobrenatural, paranormal.

Sólo recuerdo haber visto a la entrada de las oficinas de esta Subprocuraduría una placa de azulejo que dice “Familia García Valdés”, vaya a saber.

Misterio. En la Subprocuraduría se ven cosas extrañas, a decir del personal que ahí labora.

POCO SE SABE A CIENCIA CIERTA

Se ignora, obvio, quién será esta almita en pena que se la pasa jugando a la pelota, en pleno día, mientras los funcionarios de esta fiscalía hurgan sobre los casos de desaparecidos en la entidad.

“Un día amanecieron todos los cajones abiertos de la oficina de una compañera, la silla volteada, su crucifijo al revés.

“También dicen que un policía de otra dependencia estaba entregando unos oficios y vio cuando alguien salió de las paredes, dejó todo ahí y se fue corriendo”, me contaría después el propio José Ángel Herrera. 

Y ENTONCES YA YO LO VEÍA

Sería mi sugestión, dicen que la mente es muy poderosa, pero aquella noche mientras esperaba a que llegara Herrera, sentía yo como si una cosa fría me pasaba por la espalda y luego esos jardines como boca de lobo...

“Sí siente la vibra eh, cuando he salido a las 10:00 – 11:00 de la noche pasas por la cochera y te pones chinito, aunque no quieras. Se siente la pesadez bien fea”, me dijo Herrera.

Cuando por fin llegó el fiscal, a eso de las 10:30, respiré y después que lo hube entrevistado sobre otro asunto y salí de su oficina, le pedí al cielo, con todo el corazón, me librara de alguna visión tenebrosa. Me lo concedió.