Explotación: capitalismo sin competencia

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Explotación: capitalismo sin competencia

Hace una semana definimos la palabra monopolio: “Acaparamiento”. “Ejercicio exclusivo de una actividad, con el dominio o influencia consiguientes”. “Situación de mercado en que la oferta de un producto se reduce a un solo vendedor”. El contexto entonces aplicaba a cómo el gobierno en turno, y en especial el presidente, se autonombró protector de la verdad y dueño absoluto de las mentiras. Ahora, salta otra vez el tema de los monopolios, así como de la falta de voluntad que promueva la sana competencia en distintos sectores para favorecer a los consumidores. Por un lado, se señaló a los distribuidores de gas LP en el País de operar como cártel a expensas de los consumidores, mientras que en Estados Unidos el presidente Biden anuncia un plan sin precedentes para agresivamente usar la influencia del gobierno americano para reforzar el ambiente pro competencia en su país.

No es novedad que los gobiernos mexicanos de los últimos 30 años han nadado de muertito en lo que se refiere a políticas pro competencia. Es un secreto a voces que nuestros gobernantes han demostrado ser alérgicos al combate de prácticas anticompetitivas. Claro, se formó una Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) que, aunque ha tenido buenos comisionados y las mejores intenciones, nació chimuela y manca. Los encargados del poder ejecutivo y legislativo por varias décadas no han querido hacer ruido y no han pasado de las fintas dignas de futbol llanero en lo que se refiere al tema de darle dientes, brazos, piernas y tentáculos a la Cofece. Una de dos, no entienden lo que significa la falta de competencia en amplios sectores de la economía o han estado comiendo de la mano de aquellos que tienen intereses en mantener el status quo.

Y en eso llega un candidato que pregona “por el bien de México, primero los pobres”, una frase adecuada para los tiempos de alta desigualdad e inequidad. Parecía el candidato adecuado en el momento perfecto. No parece haber mejor slogan que uno que reconozca que una pirámide (económica) sólida tiene que tomar en cuenta a las bases de dicha pirámide. Los resultados a casi tres años de gobierno dejan mucho que desear. Los que eran pobres se hicieron más pobres, algunos que no eran pobres lo son ahora, la clase media se sigue comprimiendo y los ultraricos (el 0.0001 por ciento) ni se han despeinado. Por eso llama la atención que un gobierno que se dice de izquierda y a favor del pueblo no sea capaz de articular siquiera una portada para un plan que promueva la competencia en industrias clave y el combate frontal a prácticas monopólicas. Su reacción es la de alguien pasmado ante algo que no entiende (ni quiere entender) que pasa por pensar que la solución es más participación de gobierno en el sector en cuestión. La 4T tiene una fuerte crisis de identidad y una confusión escandalosa en cuanto a su ideología. La única rola que se saben en el tema de competencia es aventarle dinero al barril sin fondo creando empresas que compitan con los oligopolios. Así lo han intentado en el tema del Banco del Bienestar, con sucursales construidas por el Ejército, afortunadamente a un paso mucho más lento que el plan original, y donde han generado pérdidas millonarias y un nivel de cartera vencida cercano al 20 por ciento (contra 3 por ciento de la banca en general). Esta semana, señalan la falta de competencia en la industria del gas LP y, en lugar de actuar con la ley en la mano, anuncian la creación de una empresa pública que compita con los gaseros privados. Ya sabemos cómo va a acabar la historia, aun teniendo a Javi Noble como director general.

En Estados Unidos, el presidente Biden señala a distintas industrias y sectores que mantienen prácticas anticompetitivas y no se le ocurre la idea de establecer empresas de gobierno (Uncle Sam, Inc.), sino de poner a su gobierno a alinear los incentivos, con la ley en la mano, para que los empleados, consumidores y las empresas PYMES tengan oportunidad de defenderse del poder monopólico que tienen las grandes empresas. Se considera que este es el esfuerzo más ambicioso en generaciones para reducir el poder de monopolios y mercados con alta concentración. Incluye aerolíneas, agricultura, internet, banca, medicamentos, tecnología, mercado laboral y la forma en la que se aprueban fusiones y adquisiciones. No hay señales de que Biden quiera poner una aerolínea (aunque seguro tiene tantos aviones como American Airlines) o una empresa de tecnología (aunque en sus laboratorios se han inventado muchos productos). Es conveniente vernos en el espejo americano como país y atender el enorme cáncer que es la falta de competencia en México. “Capitalismo sin competencia no es capitalismo, es explotación” (Joe Biden, 9/Julio/2021).