Experiencia… sobrada

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Experiencia… sobrada

Resuelto el trámite de la aprobación de la propuesta presidencial de nuevos embajadores, en el Senado de la República, y con la confirmación de ayer en el Pleno de la misma Cámara, Enrique Martínez y Martínez ya puede viajar a La Habana para iniciar su encomienda diplomática al frente de la representación mexicana en  la isla más grande de las Antillas. 

De visita en Saltillo, su ciudad, hace unos días, dijo a los periodistas que en el caso de Cuba, seguramente el Presidente Peña Nieto lo escogió buscando integrar en un perfil, lo político y lo empresarial.

Lo anterior se explica por el momento de cambios, y la inédita apertura política en el régimen revolucionario, al tiempo que  el mercado de la isla caribeña ofrece también opciones de negocios a los empresarios Mexicanos, y de cualquier lado.

Si algo ha distinguido la carrera política, y la no política también, de Enrique Martínez es su estilo concertador y conciliador que es lo que sustancia la capacidad diplomática. 

Siempre caracterizado por un trato terso a los suyos y a los de enfrente, Martínez y Martínez ha transitado su paso por el servicio público - los cargos de autoridad – se ha caracterizado por una muy educada y eficiente mano izquierda.  La que marca la diferencia, dicen los toreros. La que hace figuras, dicen los críticos.

En tiempos en que ocupaba la Secretaría de Gobierno, por los inicios de los ochentas, hubo de trepar a una combi, en aquellos años todavía existían, para contener a una enardecida multitud que amenazaba con tomar Palacio de Gobierno, llegando a poner un autobús de las rutas urbanas a centímetros de las puertas frontales de Palacio Rosa.

Reclamaban la detención de un estudiante que había sido detenido por supuestamente haber violado a una joven en los rumbos del Ojo de Agua. 

La habilidad y persuasión del hoy prácticamente Embajador, puedo desactivar aquella bomba expansiva, por llamarla de alguna manera, que hubiera significado un doloroso raspón a la gobernabilidad de José De Las Fuentes.

Como Diputado Federal pudo construir amistad y cercanía, producto de su buen trato político, con fuerzas distintas al PRI, que años después le significaría ofertas para respaldar sus aspiraciones a la gubernatura cuando “la línea” parecía negarle la oportunidad.

Siempre mano izquierda. Algo le ha dejado su afición y cercanía con la fiesta brava.

Como Gobernador, Martínez y Martínez viajó en distintas misiones de promoción económica a Estados Unidos, Europa, y a Asia. Múltiples encuentros con cónsules y embajadores. Nuestros y ajenos. 

También en Palacio de Gobierno, lo recuerdo muy bien, recibió a distintos embajadores y diplomáticos que visitaron Coahuila en sus tiempos al frente del Ejecutivo estatal. Roce y experiencia en las formas, los códigos, y los lenguajes que son la atmosfera donde respiran quienes tienen el honor de representar los intereses de sus naciones, en otras latitudes.

Recuerdo, de esa etapa también, cuando los Alcaldes de partidos diferentes al de él, le hicieron un público reconocimiento por su equidad, civilidad y  juego limpio. Nunca nos sentimos de oposición dijeron aquellos Presidentes Municipales. 

Ni que decir de su encomienda como titular de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, que recibió en sus oficinas en la Ciudad de México desde el poderosísimo Embajador de los Estados Unidos, hasta representantes de modestos países de África u Oceanía. Le tocó destrabar las exportaciones de Aguacate y de algunos productos pesqueros en organismos y paneles internacionales.

Para nada le es ajeno el manejo diplomático. Lo conoce, lo ha desarrollado, lo ha vivido, y aprendido.

Ahora solo falta, que una vez instalado en la capital cubana, sus buenos oficios se empiecen a manifestar en el relanzamiento de nuestras relaciones con quienes además de vecinos cuentan con la solidaridad y simpatía permanente de nuestro pueblo. 

Para activar y potenciar nuestra diplomacia con Cuba, en momentos donde su papel es crucial para los equilibrios políticos globales, el Presidente de la República decidió que su mejor hombre es Enrique Martínez y Martínez. Por algo será.