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Exhumarán el cuerpo del normalista desollado; se hará un segundo peritaje
México, DF. En el pequeño panteón de San Miguel Tecomatlán, municipio de Tenancingo, estado de México, donde yacen los restos del normalista de Ayotzinapa Julio César Mondragón, se congregarán este miércoles peritos forenses, autoridades de la Procuraduría General de la República (PGR) y los familiares del joven.
La demanda de su viuda, Marisa Mendoza, y de la familia Mondragón Fontés (madre, hermano y tíos tutores) de exhumar su cuerpo y realizar un peritaje para determinar con métodos científicos la causa de su muerte, y cómo le fue retirado el tejido facial y los ojos, se cumplirá mañana, a más de 13 meses de su asesinato.
La diligencia se iniciará a las 8 de la mañana en el juzgado de Tenancingo, donde se acreditarán los peritos forenses que participarán en el estudio.
A petición de la familia de la víctima asisten siete expertos del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), otros siete de la PGR (incluidos especialistas en fotografía y video forense) y cuatro integrantes de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), quienes harán únicamente trabajo de observación, sin participar directamente en el estudio que se realizará a los restos.
A última hora, la Procuraduría General de Justicia de Guerrero (delegación Iguala) solicitó acreditar también a un perito forense especialista en mecánica de lesiones; lo anterior a petición de la defensa de los 22 policías municipales que están presos en el penal de Tepic, Nayarit, consignados como presuntos responsables de los tres homicidios de estudiantes del 26 de septiembre de 2014 (Mondragón, Daniel Solís Gallardo y Julio César Ramírez Nava) y la desaparición de 43 más.
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Además de estos especialistas en distintas ramas de la ciencia forense, asistirá como observador –y en su calidad de coadyuvante del caso Ayotzinapa– Carlos Beristain, uno de los cinco investigadores del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independiente (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Sayuri Herrera, abogada de Marisa Mendoza y la familia Mondragón, reconoció que la exhumación y el peritaje al cuerpo de Julio César Mondragón son ‘‘una victoria en la lucha que han sostenido los familiares por conocer la verdad y combatir la serie de irregularidades que se cometieron desde el principio en la investigación judicial’’. Pero admitió que la presencia de 22 peritos ‘‘nos preocupa’’.
Señaló que antes de iniciar el proceso se deberá acordar un protocolo de trabajo muy preciso ‘‘para evitar cualquier tipo de manipulación, optimizar el tiempo –sólo cuentan con cinco días– e impedir que las autoridades, que hasta ahora estuvieron más interesadas en la impunidad y el ocultamiento de evidencias, nos hagan trampa’’.
Los detalles del peritaje se negocian desde hace meses entre la familia, sus defensores y la PGR. Según lo acordado, lo primero que procederá este miércoles es el acordonamiento del cementerio por la policía y la intervención de la oficina de regulación sanitaria, como corresponde en estos casos.
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A la madre de Julio César, Afrodita, su hermano Lenin y su esposa los acompañará todo el tiempo una sicóloga como apoyo. Una vez que el cuerpo haya sido exhumado e introducido a una ambulancia se formará un convoy que viajará de Tenancingo a la ciudad de México, directamente a la Coordinación General de Servicios Periciales, en la avenida Río Consulado. Los peritajes acordados se realizarán desde el día 5 hasta el 9 de noviembre.
El sábado 7 de este mes está programada una marcha que partirá de la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, hacia las instalaciones de la PGR, donde se celebrará una misa que encabezará el sacerdote Miguel Concha, y ciudadanos solidarios armarán un gran retrato del rostro de Julio César con piezas de rompecabezas.
Según el acuerdo con la PGR, la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) se hará cargo de los gastos del ‘‘segundo funeral’’, mismo que se hará nuevamente en el panteón de San Miguel Tecomatlán.
Con este peritaje se busca precisar la causa de la muerte y la forma en que fue desollado el joven estudiante. Según el oficio de la necropsia realizada en septiembre de 2014 y firmada por el médico forense Carlos Alatorre, en Iguala, el muchacho murió por fractura craneal y el rostro fue ‘‘devorado por fauna nociva’’.
Este médico, adscrito a la Secretaría de Salud de Guerrero, también aseguró: ‘‘Se observan pupilas dilatadas con presencia de mancha negra esclerotical’’. Sin embargo, el cuerpo ya no tenía ojos.
A Julio César se le vio vivo por última vez poco después de la medianoche del 26 de septiembre, cuando intentaba huir después de la segunda balacera junto con los demás normalistas atacados por policías municipales, estatales y federales, en la carretera de salida de Iguala hacia Chilpancingo.
Su cuerpo fue encontrado al día siguiente en una calle cercana y fue levantado por los servicios periciales de la ciudad a las 9:55 de la mañana. Sin embargo, una fotografía de su cadáver sin rostro impactó en las redes sociales, principalmente en Twitter, durante la madrugada.
Inicialmente y hasta hace pocos meses, la averiguación previa por el asesinato de Mondragón estuvo a cargo de la procuraduría de Guerrero. La PGR ejerció la atracción de este caso por recomendación del GIEI.
En este expediente sólo figuraban siete fotografías en blanco y negro y de baja resolución del cuerpo mutilado. Hace algunos meses, a insistencia de la defensa de la familia se obtuvieron 13 fotografías adicionales de alta resolución y en color.