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¿Evo? !Un cobarde!

A Morales no le asestaron un golpe de Estado porque él ya había renunciado cobardemente a su elevado encargo y solicitó auxilio extranjero

El golpe de Estado perpetrado en Chile contra del presidente Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973, mediante una estrategia militar conjunta en la que participaron la armada, la fuerza aérea y el ejército, concluyó violentamente con un gobierno izquierdista, el de la unidad popular. El gobierno de Allende originó la crisis económica que con el paso del tiempo condujo a una severa convulsión social que propició su derrocamiento.

De la misma manera en que quedó claro a los ojos del mundo la intervención encubierta del presidente Richard Nixon y de Henry Kissinger para decapitar a este gobierno socialista latinoamericano. En la deposición de Evo Morales se debe distinguir también la mano negra del Pentágono y del propio presidente Donald Trump, quien al otro día de la renuncia del presidente boliviano adujo en su cuenta de Twitter: “esta es una advertencia para Cuba y Venezuela…”. Empiezan a surgir evidencias del apoyo concedido por la Casa Blanca a los militares de Bolivia.

Si bien es cierto que en Chile se cometieron terribles atropellos en relación a los derechos humanos, se suspendió indefinidamente la libertad de expresión, se cancelaron los partidos políticos y se disolvió el Congreso nacional, en Bolivia no se produjeron semejantes calamidades a raíz de la renuncia de Morales. Aun cuando la llegada a la presidencia interina de Bolivia de Jeanine Áñez se dio en una sesión legislativa sin quórum y sin contar con los protocolos requeridos, se espera que la nueva presidenta restablezca el orden cívico y político y convoque de inmediato a la celebración de nuevas elecciones constitucionales.

¿Una diferencia importante entre Salvador Allende y Evo Morales? Aquí va: cuando el jefe de Estado chileno es informado que el Palacio de la Moneda ha caído en manos de los golpistas, ordena la rendición de sus más allegados: “¡Bajen todos! ¡Dejen las armas y bajen! Yo lo haré al último”. Momentos después, el presidente de la República grita: “¡Allende no se rinde, milicos de mierda!”, y con el fusil AKMS regalado por Fidel Castro se dispara en la barbilla más de una ocasión y menos de una ráfaga, explotándole la bóveda craneana y muriendo al instante. “Misión cumplida. Moneda tomada, presidente muerto”, informan los militares a Pinochet.

Al sentirse perdido, Evo Morales, en lugar de proceder valientemente de la misma manera en que lo hizo Allende para no pasar a la historia de su país como un prófugo de la justicia –al haber violado la Constitución en diferentes ocasiones e intentado reelegirse de manera espuria–, el golpista al haber cometido un escandaloso fraude electoral pide la ayuda de diferentes gobiernos latinoamericanos, entre ellos el de México, para vivir cómodamente en el exilio disfrutando, claro está, su patrimonio mal habido, del que muy pronto se conocerán los debidos detalles.

El bienestar boliviano durante algunos años de los mandatos de Morales se debió a los elevados precios de los commodities, de las materias primas, que fueron definitivos para incrementar sensiblemente el PIB, consolidar un inesperado crecimiento económico que llegó a tasas superiores al 4 por ciento y descender los índices de pobreza. Sin embargo, la desaceleración de los precios de las materias primas dejó a Bolivia con un déficit fiscal de aproximadamente 8 por ciento del PBI y, como Morales no se había ocupado de construir una política industrial aprovechando las riquezas naturales de su suelo, la descomposición social no se hizo esperar, y menos aun cuando los bolivianos se hartaron de la estancia en el poder de un tirano y lo largaron de la presidencia.

A Evo Morales no le asestaron un golpe de Estado porque él ya había renunciado cobardemente a su elevado encargo y solicitó auxilio extranjero para evitar ser dañado en su delicada epidermis. Si Porfirio Díaz se hubiera retirado “dignamente” en 1910, no sólo se hubiera evitado una revolución, sino que su imagen histórica hubiera sido diferente, al igual que si Morales hubiera dejado el honroso cargo al concluir su segundo mandato, hoy, tal vez, la mayoría de los bolivianos estarían pidiendo su regreso al poder, en lugar de querer escupirle a la cara…

@fmartinmoreno