¡Eureka!
Usted está aquí
¡Eureka!
¡Eureka! es una expresión que se atribuye a Arquímedes, matemático y pensador griego y la hizo al momento de solucionar un problema planteado por el Rey Hieron II, gobernante de Siracusa hoy Italia. Se trataba de determinar si una corona encargada por el rey a un joyero, estaba hecha solo de oro, pues sospechaba que su interior era de plata. Sin poder romper la corona o deshacerla en ácido para comprobarlo, Arquímedes busco el mejor modo de hacerlo y la encontró al meterse una tina de agua dándose cuenta que ésta rebasaba a la tina. Concluyó que si el cuerpo ocupaba un espacio antes ocupado por el agua, y que el peso de su cuerpo era igual al peso del agua desplazada. Aplicó este principio y sumergió la corona en un recipiente de agua, y como el oro y la plata tienen pesos distintos, confirmó su teoría y gritó ¡Eureka!, que significaba ¡Lo encontré! ¡Lo encontré!
Era el llamado principio de Arquímedes, que establece que todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta una pérdida de peso igual al peso del volumen del fluido que desaloja lo que conocemos como ley de la hidrostática. 2 mil 300 años después, el mundo se volvió a estremecer con la misma expresión: ¡Eureka! Sucedió el pasado jueves 11 de febrero y ahora ese grito correspondió a científicos del proyecto LIGO (siglas en inglés del Observatorio de Ondas Gravitacionales con Interferómetro Láser) de la Fundación Nacional de Ciencias (NSF) de los Estados Unidos de América.
Era el esperado anuncio del descubrimiento de ondas gravitacionales que emanan de la colisión y fusión de dos agujeros negros masivos ubicados a más de mil millones de años luz de distancia. ¿Qué tan lejos es eso? Aunque se trata de una medida de tiempo y no de distancia, en kilómetros tan sólo un año luz equivale a 9.460.800.000.000. Estas ondas gravitacionales, fueron detectadas por observatorios ubicados en los estados de Washington y Louisiana y emergen desde cerca del “horizonte de sucesos” de los agujeros negros, la llamada puerta de salida desde el universo a través de la cual cualquier cosa que pasa puede no volver nunca.
Hace siglos, Newton dijo que esta fuerza es la gravedad y de acuerdo con su teoría, cuando un objeto masivo cambia de lugar, todo el campo gravitatorio a lo largo del universo cambia en forma instantánea, y las fuerzas gravitatorias resultantes cambian instantáneamente. Muchos conocen la historia de su manzana, cuando sentado debajo de un árbol, observó que caía y se dio cuenta de que la luna que él veía en el cielo estaba en órbita alrededor de la Tierra debido a la misma fuerza que hacía a la manzana caer.
Sin embargo, hace 100 años Albert Einstein lo contradijo al publicar su teoría general de la relatividad diciendo: “Nada es absoluto, todo es relativo”, excepto la velocidad de la luz. Tiempo y espacio no son duración y dimensión estáticas, son dinámicos e indefinidos. La relatividad general predecía un cambio en el campo gravitatorio que se propaga por el universo a la velocidad de la luz. Einstein dijo que imaginaba estas ondas gravitacionales como una especie de ondulaciones en el tejido de espacio-tiempo, producto de masivos cuerpos acelerados como agujeros negros orbitando uno a otro.
Los científicos han dicho que el descubrimiento de las ondas gravitacionales nos permitirá mirar hacia el cosmos para aprender y responder a muchas incógnitas que pudieran arrojar luz sobre la evolución de las galaxias, las estrellas y la gravedad. Conocer más sobre el comienzo del universo mismo, o hasta la posible existencia de otros universos; incluso podríamos ser capaces de observar las ondas gravitacionales del Big Bang, lo que empujaría los límites de nuestra comprensión actual.
Al respecto puedo decir que este descubrimiento es un testimonio de la persistencia, de la curiosidad y el ingenio; las cualidades que deberíamos celebrar más sobre el ser humano. Pero ¿cuál es el uso de que la ciencia nos da en descubrimientos como las ondas gravitacionales? Cada niño se ha preguntado alguna vez ¿quiénes somos, de dónde venimos y cómo llegamos aquí?, y quien sabe, quizás un día descubrimientos como éste nos permitan escuchar ese ¡Eureka! que nos haga por fin desentrañar el gran misterio que nos rodea.
@marcosduran