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Euforia o decepción

El arribo de Jaime Rodríguez, “El Bronco”, a la gubernatura de Nuevo León, uno de los estados más poderosos del país, ha despertado sin duda alguna, un sinnúmero de justificadas expectativas, ya que sin la infraestructura del PRI y del PAN, logró derrotar a los candidatos de ambos partidos políticos muy a pesar de contar con un presupuesto insignificante para financiar su campaña electoral. 

¿Cómo fue posible semejante hazaña? El éxito se debió al nivel de hartazgo existente en la sociedad neolonesa ante la incapacidad de hornadas de titulares del Poder Ejecutivo local y de la escandalosa corrupción y dispendio que caracterizaron en particular a las dos administraciones pasadas encabezadas por González Parás y por Medina, entre otras tantas más.

Nuevo León, como el resto del país está engangrenado y en avanzado proceso de putrefacción, tal y como acontece en el gobierno federal, por lo que la presencia de un candidato digno de confianza para ejecutar el cambio diferido a lo largo del tiempo, un personaje que emitió un grito de protesta en contra de la podredumbre política y adelantó un hasta aquí a la cadena de debacles financieras y sociales, logró convencer al electorado harto de tanta canallada por lo que decidió llevar a Jaime Rodríguez al máximo poder estatal por medio de una elección voluminosa a su favor que nadie de la oposición se atrevió a cuestionar.

Sin embargo, se abre ahora un generoso periodo de gracia, en realidad un obsequio de parte de los regios, para darle la oportunidad al nuevo gobernador de cumplir sus promesas. Este lapso no debe de durar más de 90 días, durante los cuales la sociedad neolonesa esperará ansiosa la contemplación de los retratos de la familia Medina atrás de las rejas. Esa es la gran esperanza, ese es el sueño dorado, ese es la justicia añorada, esa es la imprescindible reconciliación con el pasado que implica el surgimiento de la fe en el futuro.

Si el electorado puede comprobar la ejecución de las promesas de Jaime Rodríguez, su imagen podría catapultarse al infinito, lo cual, por un lado, producirá un efecto consolador y reconfortante en dicha comunidad norteña; por el otro, el año entrante habrá elecciones en 12 estados de la federación, en donde las candidaturas independientes podrían dar la gran sorpresa si se comprueba la efectividad de “El Bronco” y se destapa una euforia justificada a nivel nacional por otros candidatos independientes, como la gran posibilidad política para construir el México moderno. Ahora bien si “El Bronco” resulta un hablador como Vicente Fox y defrauda a quienes lo condujeron al poder, dicha frustración podría tener repercusiones políticas ya no solo en los dos estados en donde se renovarán los poderes ejecutivos, sino también de cara a los procesos electorales del 2018.

“El Bronco” tiene la palabra, si la cumple y hace justicia se producirá una euforia política extraordinariamente contagiosa que podría cambiar el rostro de México, de lo contrario, si Jaime Rodríguez resulta más de lo mismo y traiciona a quienes lo condujeron al poder la desazón será mayúscula y la respuesta popular resultaría impredecible. 

Señor Bronco: tiene usted la dorada oportunidad de influir en el destino de México. Los mexicanos lo vemos con el sable de la justicia desenvainado y los ojos cubiertos con la bandera tricolor. La justicia es ciega. Se abre su período de gracia. Estamos atentos… No toleraremos otra decepción…

fmartinmoreno@yahoo.com