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Coahuila amaneció ayer con la novedad del debut de 38 alcaldes y sus cabildos. Los dos municipios más grandes del estado, Torreón y Saltillo, difirieron en la toma de protesta de sus alcaldes, por un lado, Jorge Zermeño Infante es un panista de cepa, fue dirigente estatal de ese instituto en 1984 y ha desempeñado ahí varios cargos, además fue funcionario público en diversas administraciones, diputado federal, senador y embajador en España.
En una sencilla y austera ceremonia, Zermeño y su cabildo rindieron protesta y celebraron con una verbena popular en la que ofreció trabajar a favor de los ciudadanos, ahí mismo pidió a los asistentes su apoyo para gobernar no sólo en el 2018 sino durante los siguientes 3 años. Habrá que estar pendientes de cómo funciona la seguridad pública (el talón de Aquiles) y si se puede contener la violencia criminal en Torreón con el nuevo alcalde.
En cambio, en Saltillo, la toma de posesión de Manolo Jiménez lució la parafernalia tricolor: un amplísimo equipo que lo asesora hasta para abrocharse los zapatos, ajustarle la corbata y arreglarle el traje; le dan el lápiz y la tarjeta de las medidas correctas; le redactan los discursos y el apuntador está pendiente de que no se equivoque. ¿Será por la inexperiencia? ¿Cuánto nos cuesta este equipo de “asesores” o acaso lo paga su acaudalada familia? Ofreció transparencia, cero tolerancia a la corrupción y rendición de cuentas. ¡Ya va, qué comience!
Con Jiménez el acarreo de lideresas se mostró en todo su esplendor, las porras y el griterío. ¿Quién pagó por esto, acaso fueron gratis? nadie supo ni se sabrá, son las costumbres históricas del tricolor que, cuando no gana, arrebata.
El novel alcalde de Saltillo tiene 12 ediles del PRI y siete de oposición en el Cabildo, así que podrá gobernar con amplia comodidad sin las molestias de antagonismos y rivalidades, todo sobre ruedas, aunque desde la ciudadanía habrá que exigir que en el Cabildo saltillense escuchen todas las voces porque son nuestros representantes y es nuestro derecho ser atendidos.
Habrá que tener en cuenta que el Cabildo es el máximo órgano de autoridad en el municipio, es al que le corresponde la definición de las políticas de la administración pública, referente a leyes y reglamentos aplicables al municipio.
Cierto que en las funciones del Presidente Municipal están el ejecutar las decisiones del Ayuntamiento, ser el conducto para presentar las iniciativas de Ley en materia municipal, cumplir y hacer cumplir las leyes y reglamentos aplicables en el municipio, representar al Ayuntamiento en la celebración de actos y contratos aprobados por el Cabildo, y resolver los asuntos que sean urgentes comunicándolos a los ediles en las sesiones.
Los regidores tienen la obligación de vigilar que se cumplan los acuerdos y disposiciones del Cabildo, informar y acordar con el Presidente Municipal sobre los asuntos pendientes en las comisiones, presentar los dictámenes de asuntos -que correspondan a su comisión- a tratar en las sesiones de Cabildo, y votar o deliberar sobre los mismos, proponer al Cabildo acciones para mejorar los servicios públicos y la atención de asuntos relevantes del municipio.
Aunque muchos regidores están de adorno para cobrar solamente: ganan cerca de 90 mil pesos, menos impuestos les quedan cerca de 60 mil, y lo más que hacen es acudir a levantar el brazo y luego cobrar. Ahora no se va a poder, ¡exigiremos!
Por su parte a los síndicos les corresponde defender los intereses municipales, representar jurídicamente al Ayuntamiento, vigilar que se aplique correctamente el Presupuesto de Egresos y la integración de la Cuenta Pública, intervenir en la formulación del inventario de bienes del municipio, así como presentar al Ayuntamiento iniciativas de reglamentos, Bando de Policía y Gobierno.
La tarea es delicada aunque comúnmente no se cumple, además para muchos los puestos honoríficos, pero no se olvidan de cobrar.