Los dos principales candidatos estadounidenses a la Presidencia en los comicios del 8 de noviembre han presentado en unos pocos días programas económicos totalmente diferentes que dicen mucho de ellos.

El multimillonario de la industria inmobiliaria Donald Trump pretende imponer fuertes estímulos para las empresas en Estados Unidos, mientras que su contrincante Hillary Clinton, hija de un pequeño empresario, se decanta por el apoyo a las familias.

Esta es la posición de los dos candidatos en los campos más importantes de la economía:

• ENERGÍA

Donald Trump: El republicano promete el retorno a las fuentes de energía tradicionales: el carbón y el petróleo. Pretende eliminar las normas medioambientales que obstaculizan la explotación de recursos minerales. Así volverán a su trabajo decenas de miles de personas en las minas de carbón actualmente cerradas en estados como Virginia Occidental, asegura.

Además, quiere que vuelva a florecer la metrópolis petrolera de Houston, duramente castigada por la crisis. Sin embargo, no explica cómo pretende conseguirlo en contra de las fuerzas del mercado mundial.

Hillary Clinton: La demócrata apuesta por las energías renovables. Pretende que los Estados Unidos generen tanta energía procedente de fuentes renovables que todos los hogares puedan cubrir su demanda. Las tecnologías crearían millones de puestos de trabajo y se convertirían en un motor de exportación, convirtiendo así a los Estados Unidos en una superpotencia de las energías renovables.

• IMPUESTOS

Donald Trump: El neoyorquino promete bajar los impuestos considerablemente, lo que según expertos beneficiaría sobre todo a las grandes empresas. El impuesto de sociedades disminuirá hasta el 15 por ciento como máximo, muy por debajo de la media internacional. Muchas personas con rentas bajas no pagarán impuestos.

Hillary Clinton: Quiere más bien subir los impuestos, por ejemplo a las grandes empresas. Además del mínimo impositivo, pretende crear otras tasas. Y se otorgarán subvenciones a las empresas que tomen decisiones sociales relevantes, como por ejemplo la creación de puestos de formación.

• COMERCIO INTERNACIONAL

Donald Trump: Quiere renegociar todos los acuerdos de comercio en los que participan los Estados Unidos. El credo de Trump es que los políticos no pueden negociar los acuerdos. Su equipo de gestores y economistas lo hará mejor.

Además, bajo el lema de "los Estados Unidos primero", pretende frenar el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) en el que los Estados Unidos fijarán las líneas de comercio junto a otros once vecinos del Pacífico como Japón y Canadá.

Hillary Clinton: La antigua secretaria de Estado se muestra, por el contrario, más abierta a los acuerdos comerciales internacionales. Sin embargo, tuvo que hacer concesiones a su contrincante interno Bernie Sanders y acabó declarándose en contra también del TPP, algo que muchos consideran una mala señal también para las negociaciones sobre un acuerdo entre Estados Unidos y Europa (TTIP).

• PUESTOS DE TRABAJO

Donald Trump: Cree que la panacea para la creación de empleo es su rebaja de impuestos y la eliminación masiva de la burocracia, por ejemplo, del reglamento medioambiental. Sin embargo, expertos independientes y los propios republicanos no consideran estos planes como demasiado convincentes.

Hillary Clinton: Apuesta por ayudas estatales que apoyen a la inversión privada, todo ello regulado por un banco de inversión. El dinero será invertido en la renovación de las infraestructuras, con lo que Clinton espera crear millones de puestos de trabajo. Según sus palabras, será el programa de inversión más grande desde la Segunda Guerra Mundial.

• FOCO DEL PROGRAMA

Donald Trump: El multimillonario del sector inmobiliario y dueño de casinos tiene presentes en su agenda de política económica sobre todo a las grandes empresas. Según él, estas deben prosperar como el motor de la economía, crear empleo y, en última instancia, mejorar el bienestar de los ciudadanos.

Hillary Clinton: La hija de un pequeño empresario de la industria textil se concentra en la clase media. Uno de sus puntos centrales es el impulso del consumo interno a través del desahogo de las familias. Además, pretende mejorar la formación escolar y profesional para preparar mejor a los estadounidenses para dominar las exigencias de trabajo del futuro.