Estamos cerca de la cumbre
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Estamos cerca de la cumbre
Estamos muy cerca de la cumbre. La montaña del 2018 nos anuncia un horizonte del final de la jornada. Nuestro caminar en la vida nunca se detiene y siempre ha sido de subida. En ocasiones muy pronunciadas y tan desesperantes que nos obligan a tomar una pausa, un descanso transitorio. Vivir es un caminar cotidiano desde que nacemos hasta cuando nuestro corazón deje de palpitar definitivamente.
Hemos tenido días y periodos más prolongados que nos permitieron caminar sin gran esfuerzo en senderos llanos y pudimos levantar la vista y disfrutar el paisaje de la naturaleza humana y vegetal. Admiramos las montañas, modelos de esculturas tan seculares como la madre tierra, las resonancias, de los bosques, los murmullos de los arroyos, los rumores de las olas… fuentes de sinfonías y baladas de concierto. Nos detuvimos para contemplar las pinturas celestiales de los crepúsculos, de los cielos y sus estrellas inimitables.
Y también nos sorprendieron con su rostro, con su esfuerzo y con sus hijos, los
millares de migrantes que caminaron con nosotros o lejos de nosotros, en las mismas jornadas del 2018. Y los campesinos de huarache que cultivan lo que comemos, los obreros vigorosos al principio de su turno, cansados al final, las madres todas madrugadoras, hacendosas en sus labores caminando con su familia los caminos de la vida .Ellos fueron compañeros de nuestras jornadas.
Todos ellos, junto con eso que se ha dado en llamar “seres humanos”, fueron alpinistas de la vida del 2018. Niños y niñas, hombres y mujeres que nos reflejaron no solo la “imagen y semejanza de Dios”, sino la belleza desconocida y misteriosa de su Creador. La belleza del gran esfuerzo, del incansable instinto para existir, del construir su ser y su esperanza con sus pasos de “viacrucis”. Una imagen de la belleza armónica de Dios infinitamente diferente a la armonía humana.
Subir la escarpada montaña es la vida del hombre, no hay uno solo que pueda escapar de esta condición. Algunos intentan sustituirlo con un funicular en el 2019 que será no sólo un vano intento sino un dispendio estéril que puede ser utilizado para hacer más ligero el caminar ciudadano.
El 2019 seguirá siendo una montaña con otras cumbres que hay que escalar y que ya se perciben en el horizonte. Todos seguiremos caminando nuestras jornadas llanas o escarpadas, acompañados o solitarios, solidarios y fraternos o amargados y deprimidos. El camino será igual pero el caminar de cada quien será diferente.
Dependerá de cada uno de nosotros, de nuestras creencias y expectativas. Si creemos que la belleza y la felicidad se genera con el esfuerzo, con la construcción cotidiana de lo que cada quien es y para lo que tiene talento, si se persigue lo que trasciende y no se queda sentado en el valle esperando a alguien que le traiga la ‘felicidad’ y el ‘amor’, el difícil caminar del 2019 será una alegre aventura llena de sorpresas en cada risco.
Contemplar la belleza del paisaje humano y natural alimentan la fortaleza y la sabiduría del espíritu. Mi paciente lector, le deseo que la fortaleza y la sabiduría que lo han sostenido en el 2018, lo acompañen en el ascenso del 2019.