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Estado timorato
Lo más notable del espionaje oficial con el programa israelí Pegasus es la renuencia del Estado mexicano a entender lo sucedido para, con esa base, iluminar las tinieblas que envuelven la seguridad nacional.
En México, como en otros países, el Estado espía a sus enemigos. Lo notable del caso mexicano es lo chapucero del ejercicio. En diciembre de 1970 Jorge Carrillo Olea formaba parte del Estado Mayor Presidencial y me contó que ojeaba cada día las “400 o 500 páginas” enviadas al Presidente por el director de la DFS, Fernando Gutiérrez Barrios. En el tabique iba una “síntesis de intercepciones telefónicas”; eran “conversaciones transcritas palabra por palabra de las que solo eventualmente podría derivarse alguna vaga conclusión”. He revisado ejemplos posteriores y se mantiene el patrón de mucha información y poquísima inteligencia.
Me centro en Pegasus. El titular de la Unidad de Inteligencia Financiera de la 4T, Santiago Nieto, informó que en los años de Enrique Peña Nieto intentaron espiar con ese programa al menos a 15 mil mexicanos y mexicanas; y que ocho dependencias federales –incluidas la Comisión Nacional del Agua y el Fondo de Desastres de Banobras— y tres gobiernos estatales (Chiapas, Edomex y Veracruz) se gastaron 5 mil 914 millones de pesos. Una fortuna.
Nieto también explicó que entre los objetivos estuvieron Andrés Manuel López Obrador y una cincuentena de sus cercanos además de varios ramilletes de periodistas y defensores de derechos humanos. ¿A cuántos de ellos espiaron? ¿Cuáles fueron los resultados? Solo sabemos que Morena arrasó en las elecciones de 2018 y los periodistas y defensores siguieron haciendo su trabajo y pagando con sus vidas las consecuencias.
México necesita servicios de inteligencia que protejan al Estado y a sus ciudadanos de los enemigos de la seguridad nacional. Por ahora, solo sabemos que quienes gobiernan se han gastado fortunas en espiar a sus oponentes. Ignoramos lo que hacen ahora las secretarías de Defensa Nacional, Marina y Seguridad Pública y Protección Ciudadana. Tampoco sabemos cuáles son las actividades de los gobiernos estatales. Si uno intenta averiguar se enfrenta a negativas montadas sobre el precepto de tratarse de “asuntos de seguridad nacional”.
En este contexto destaca la ausencia del Congreso, responsable de vigilar, supervisar y regular a las dependencias arriba mencionadas. Nuestros senadores y diputados le tienen miedo al tema. Una entrevista confirma el patrón. El 20 de julio Leonardo Curzio entrevistó en su programa de radio a Ulises Murguía Soto, el diputado mexiquense por Morena que preside la Comisión Bicamaral de Seguridad Nacional. Curzio sabe de seguridad, el diputado es un ignorante.
Curzio pregunta a Murguía cómo funciona su poderosa Comisión y el diputado le responde con una frase titubeante: “pues mira, es una comisión, como tú mismo lo mencionas, bicamaral y obviamente pues nace directamente en el Congreso de la Unión”. El entrevistador le recuerda que la última comparecencia se dio en mayo de 2019 y el diputado lo reconoce, pero se justifica porque “se nos atravesó, desafortunadamente, la pandemia” aunque luego musita que sí tuvimos “alguna comunicación virtual” sin especificar con quién, para qué y con qué resultados.
En el momento cumbre el entrevistador lanza la pregunta clave, “¿usted sabe si el Gobierno Federal usa Pegasus?”. El diputado responde: “No. No tenemos esa información”. El analista remata con la inevitable conclusión: “diputado, si no fuera por los medios no sabríamos nada”. El diputado musita una capitulación, que simboliza la derrota de la bancada de Morena, que nos prometieron, sería diferente: “sí, por supuesto”.
A los periodistas, activistas y académicos independientes —mexicanos y extranjeros— el Presidente y una franja de la 4T nos aborrecen y critican, sin reconocer que quienes integramos estos gremios hacemos las preguntas relevantes, las investigamos y entregamos la información a la sociedad. Se trata de respuestas incompletas por faltarnos información confidencial.
La situación es absurda. En asuntos de seguridad nacional nadie puede sustituir al Estado que por ahora es un ente timorato ante una sociedad decidida a señalarle sus carencias y omisiones. No deseamos espionaje, queremos inteligencia.
Colaboraron Anuar Israel Ortega Galindo y Sergio Huesca Villeda