Estación de expresiones.... la imaginación viaja
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Estación de expresiones.... la imaginación viaja
TEXTO: OMAR SAUCEDO
FOTOS: MARCO MEDINA
De niño, cada Navidad durante varios años pedí lo mismo a Santa Clos: un tren de juguete, con vías desmontables. En mi infancia me asombraba ver el tren real en alguna de las muchas intersecciones que tenían las calles del poniente con las vías del ferrocarril. Y claro, ir con mis padres sobre uno de los muchos vagones del tren de la Ciudad Deportiva, con el aroma que despedía la máquina de vapor son memorias que atesoro.
Son muchos los recuerdos que tengo de mi infancia donde los trenes me llenaban de felicidad. Y quizá el recuerdo más enigmático es cuando junto con mis padres fuimos a la estación de trenes, donde comienza la calle de Emilio Carranza, a la altura de Salazar. Estaba ahí parado, con la imponente locomotora azul, con los vagones del mismo color que se nutrían con paseantes.
Tendría yo unos 4 años. El recuerdo es difuso, y no puedo atinar mencionar muchos detalles. Pero la sensación que tuve fue inolvidable, la emoción que sentí aún perdura y me aprieta el corazón cuando también atino a pensar que ya no es posible viajar como pasajero en esas proezas de la ingeniería que son los ferrocarriles.
Hoy, la estación de trenes que se construyó allá por los años 60 sigue en el mismo lugar. Ya no recibe pasajeros, pero mucho de lo que fueron sus salas de espera y andenes permaneces intactos, como una cápsula del tiempo esperando ser descubierta. Otra parte de la estación, como los exteriores y cubículos han evolucionado gracias a la Estación Creativa El Nodo, un colectivo de jóvenes que se ha propuesto no rescatar la estación, sino transformarla en un lugar donde aprenden a expresarse de manera diferente.
La estación dejó de ser un lugar público para transformarse en un lienzo lleno de arte, que recibe a visitantes que añoran el tren.