Está de regreso…

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Está de regreso…

Luis Videgaray es un activo muy destacado del talento del sector público en nuestro país. Pieza clave en el gabinete del presidente Enrique Peña Nieto.

Operador y en varios casos diseñador al detalle de las reformas estructurales promovidas en este sexenio.

Por circunstancias que no solo corresponden a la mala suerte, sino también a errores, y a un serio desgaste, hubo de estar fuera – formalmente – del equipo presidencial durante algunos meses.

Su inteligencia superior, su talento y su liderazgo lo trajeron de regreso a los primeros planos.

En los momentos en que México tiene que replantearse muchas cosas vitales para el futuro, desde la relación comercial y diplomática con los Estados Unidos, hasta la inserción en todo lo que se denomina globalidad, Videgaray está de regreso.

Quizás no vaya a ser el candidato del Partido Revolucionario Institucional a la Presidencia de la República. Porque muy seguramente ya no hay margen para ello.

Pero sin duda será un hombre fundamental en la transición, gane quien gane, entre el gobierno de Peña y el que venga a sucederlo.

Videgaray está en todo. Estando en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público magnetizaba para que todo tuviera relación con las finanzas públicas…lo cual es una verdad incuestionable. Estando en la cancillería hace parecer que todo tiene relación con el exterior.

Se ha convertido en la voz principal en la búsqueda de un consenso continental para contener los excesos dictatoriales del régimen post-chavista venezolano. En la pasada reunión de la Organización de Estados Americanos parecía el líder de ese organismo que integra a todos los países de América.

Ha resultado mucho más hábil de lo que pensaba, en lo internacional, ya que muchos creían que solo en el caso de Estados Unidos podría destacar, dado su cercanía con uno de los yernos del presidente Donald Trump. También ha lucido con los europeos, con los asiáticos, y con los de Medio Oriente.

Qué papel jugará en la definición presidencial, si es que así fuera, para elegir al próximo abanderado tricolor en busca del despacho principal de Los Pinos.

Difícil preverlo.

Pero si Videgaray ha estado junto al Presidente en todos los momentos importantes, en los que se han tomado las determinaciones más trascendentes del sexenio, por qué no habría de estar una vez cercano a Peña Nieto, al momento de la decisión “Más delicada del mandato”, como dicen los clásicos estudiosos de nuestro sistema político.

Hoy debemos analizar la situación de Videgaray un poco más allá del sexenio peñista. Un poco ó un mucho.

Asumiendo que no fuera el candidato, y que el PRI lograra la hazaña de retener la presidencia, algo tendría que hacer el próximo presidente.

Si por el contrario el PRI tuviera que entregar la Presidencia a alguno de los partidos opositores, que haría el nuevo jefe del Ejecutivo con él.

Preguntas difíciles de contestar.

Videgaray llega muy fuerte al final de la administración. Hace una dupla muy sólida, inquebrantable, e indivisible con el Secretario de Economía. Ambos estarán dirigiendo la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Repasemos un solo escenario: les va bien. Sacan la modificación sin mayores afectaciones para México. Qué vamos a decirles entonces.

Lo cierto es que siempre es mejor tener activos que pasivos en el balance. 

Videgaray es una pieza entre miles que tiene el gobierno. Pero sobresale por su brillantez, por su capacidad de recuperarse. De reinventarse. De reconfigurarse, dirían los jóvenes de hoy.

Con él el juego político es más complejo. Es una variable rica en posibilidades y en combinaciones. Qué bueno que está de regreso. Por él, por el presidente, y por México.