Ese ‘otro’, nosotras (Simone de Beauvoir)
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Ese ‘otro’, nosotras (Simone de Beauvoir)
Conversando con una mujer mayor a quien admiro, nativa de Saltillo, escuchaba cosas como estas: “no sé qué está pasando ahora. Hace años aquí hubo mujeres libres, mi madre y mi abuela nos educaban invitándonos a leer, a descubrir por nosotras. Teníamos libertad de elegir carrera, de relacionarnos. Y nadie entre los nuestros puso un dedo para señalarnos. Hoy estamos perdiendo derechos y libertades que ejercimos en esta ciudad. Claro, no era toda la sociedad por supuesto, pero teníamos esa libertad en el seno de nuestra propia familia. Y ahora, las propias mujeres aquí estamos volviendo a un esquema de subordinación, de temor, de condición de objetos hermosos. ¡Si vieran nuestras abuelas lo que estamos haciendo ahora!
Es pertinente recordar a Simone de Beauvoir, filósofa francesa que escribiera El segundo sexo allá por 1949: “El hombre se piensa sin la mujer. Ella no se piensa sin el hombre.» Y ella no es otra cosa que lo que el hombre decida que sea; así se la denomina «el sexo», queriendo decir con ello que a los ojos del macho aparece esencialmente como un ser sexuado: para él, ella es sexo; por consiguiente, lo es absolutamente. La mujer se determina y se diferencia con relación al hombre, y no este con relación a ella; la mujer es lo inesencial frente a lo esencial. El es el Sujeto, él es lo Absoluto; ella es lo Otro.”
La caballada femenina local está desbocada con publicaciones, programas y productos que resguarden esta condición: que tengamos cuerpos perfectos, bien afeitados, uñas bien pintadas, tacones de veinte centímetros, el color rosa como bandera. Me tocó escuchar a una madre decir: “sume esa panza, hay qué ponerte a dieta. Ya no comas”. Lograr un cuerpo para estar esbelta (no saludable, eso es otra cosa) es ser mujer. Y si empezamos este adoctrinamiento desde pequeñas, mejor, se ahorra tiempo en la alienación, así ninguna niña podrá preguntarse nada, porque este comportamiento ya estará integrado a su forma de relacionarse con el mundo. Spa para niñas, la primera acción pública del Instituto Municipal de la Mujer, da cuenta de esto. La imagen que promociona esta actividad que se realizará para conmemorar el día de la Niñez pareciera dar un mensaje: si eres linda, ergo eres mujer, y si eres este tipo de mujer, serás bella, deseable y tendrás pareja; entonces, tu vida tendrá sentido, solo entonces serás completa.
Alguien que te vea tan bella se hará cargo de tu vida, de proveerte.
Y por qué poner en dedo en este tema, si con solo escribir sobre o desde el feminismo uno se gana el odio de hombres y mujeres por igual. Pues porque callarse es desestimar la fuerza que cada ciudadano tiene para expresar su opinión sobre programas que se ejercen con recursos públicos, es decir, pagados por nosotros mismos. Y el odio ganado poco importa. Lo que importa es esa porción de niñas que hoy siguen siendo abusadas y prostituidas en Saltillo, las niñas que siguen siendo dejadas como banca de reserva para estudiar: primero el varón, y si queda dinero, que estudie la niña. Esto entre otras cosas.
Otro fragmento de Simone: «Todo cuanto sobre las mujeres han escrito los hombres debe tenerse por sospechoso, puesto que son juez y parte a la vez», dijo en el siglo XVII Poulain de la Barre, feminista poco conocido. «Siendo hombres quienes han hecho y compilado las leyes, han favorecido a su sexo, y los jurisconsultos han convertido las leyes en principios», añade Poulain de la Barre. Legisladores, sacerdotes, filósofos, escritores y eruditos, todos ellos se han empeñado en demostrar que la condición subordinada de la mujer era voluntad del Cielo y provechosa para la Tierra. Las religiones inventadas por los hombres reflejan esa voluntad de dominación: han sacado armas de las leyendas de Eva, de Pandora; han puesto la filosofía y la teología a su servicio”.
Y en este sentido, frases que obligan a la reflexión son los siguientes: ustedes las mujeres son las peores para despedazar mujeres. De nuevo esta vuelta al pobre foco desde un planteamiento en el que la mujer objeto despedaza a otra mujer objeto. ¿Será posible salirse de este punto para ver el tema real en cuestión?
Y cierro con Simone, por su claridad: “A veces, en el curso de discusiones abstractas, me ha irritado oír que los hombres me decían: «Usted piensa tal cosa porque es mujer.» Pero yo sabía que mi única defensa consistía en replicar: «Lo pienso así porque es verdad», eliminando de ese modo mi subjetividad. No era cosa de contestar: «Y usted piensa lo contrario porque es hombre», ya que se entiende que el hecho de ser hombre no es una singularidad; un hombre está en su derecho de serlo; es la mujer la que está en la sinrazón”. Y más adelante: “La mujer tiene ovarios, un útero; he ahí condiciones singulares que la encierran en su subjetividad; se dice tranquilamente que piensa con sus glándulas. El hombre se olvida olímpicamente de que su anatomía comporta también hormonas, testículos. Considera su cuerpo como una relación directa y normal con el mundo que él cree aprehender en su objetividad, mientras considera el cuerpo de la mujer como apesadumbrado por todo cuanto lo especifica: un obstáculo, una cárcel.” ¿Sigue este pensamiento vigente. Tristemente, escasos lectores, estoy haciendo una pregunta retórica. claudiadesierto@gmail.com