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Las propuestas económicas esbozadas por quienes serán los abanderados de tres partidos han sido bastante magras.

Una de las pocas ventajas del incipiente paso del Agente Naranja por la presidencia de los Estados Unidos de América (EUA), ha sido revelar la profunda fragilidad de un proyecto económico nacional excesivamente sustentado en la inversión extranjera directa, así como en exportaciones fuertemente concentradas en un pequeño grupo de productos y en un mercado claramente dominante; el norteamericano. 

Y entre todas las entidades federativas de la República Mexicana, la economía de Coahuila es la más vulnerable ante este tipo de riesgo.Esto está medido estadísticamente (ver http://www.cise.uadec.mx/downloads/ECORFAN.pdf) y es resultado tanto de las fortalezas y características estructurales de nuestra economía, como de la pobreza de las políticas económicas impulsadas por gobiernos cuyos funcionarios han estado más ocupados en cebar sus patrimonios personales que en impulsar políticas que estimulen la prosperidad comunitaria. 

Ahora que nos encontramos frente a esta dramática circunstancia y en pleno proceso electoral para la renovación de poderes en el ejecutivo (estado y municipios) y legislativo estatal, será especialmente importante analizar y ponderar las propuestas de política de cara a tamaños desafíos.

Si nos enfocamos en el ámbito estatal, en todos los partidos con registro que participarán en la contienda, ya se “repartió el queso”. Y si bien todos inscribieron sus botargas para las elecciones internas, a todo mundo le quedó claro que lo hicieron para que sus candidatos reales arrancaran de inmediato sus actividades proselitistas. Mientras esto ocurre, los candidatos independientes están limitados a recorrer el estado solicitando las firmas necesarias para solventar sus candidaturas.

Hasta este momento, las propuestas económicas esbozadas por quienes serán los abanderados de los tres partidos con mayores posibilidades: Miguel Riquelme (PRI), Guillermo Anaya (PAN) y Armando Guadiana (Morena), han sido bastante magras. Los dos últimos han centrado sus baterías en los temas de la deuda pública estatal y su alter ego, la corrupción, en tanto Riquelme por una parte alimenta expectativas irrealizables pero que juzga taquilleras (A Coahuila lo que le corresponde) y por otra propone más de lo mismo: “generar las garantías necesarias y seguir promoviendo la inversión extranjera.” 

A esto último se han dedicado los gobiernos estatales desde la firma del TLCAN, descuidando el resto de las responsabilidades de un buen gobierno. Y si bien la inversión extranjera directa, la producción, el empleo y las exportaciones asociadas a las mismas crecieron por arriba de la media nacional, conviene preguntarse: ¿En qué medida estos resultados fueron producto de la política de promoción económica de los gobiernos estatales o más bien se desprendieron del cambio en la política comercial (es decir, de acciones impulsadas en el ámbito federal), de factores geográficos (nuestra cercanía a la frontera) y del entorno laboral y empresarial existente (virtudes en este caso de los agentes económicos privados)?

La gran volatilidad de nuestra economía y la extrema vulnerabilidad que enfrentamos en las actuales circunstancias, son la evidencia más clara de los errores, insuficiencias y limitaciones de las políticas económicas estatales de las dos últimas décadas: Todas las expectativas se depositaron en la inversión extranjera directa, especialmente en la norteamericana. Las administraciones estatales se acomodaron a la inercia de permitir que esta inversión se concentrara excesivamente en un sector; el automotriz. De igual forma, observaron impasibles el derrumbe de otros sectores, especialmente el textil, ante la trituradora que conformaron la competencia desleal de los productos chinos y políticas federales permisivas en materia cambiaria (sobrevaluación del tipo de cambio) y comercial (poca capacidad de respuesta ante el dumping).

La propia política de promoción económica ha carecido de sentido estratégico: 1) No ha propiciado con éxito la diversificación de sectorial y de mercados, ni la suficiente profundización de las cadenas de valor; 2) Las políticas de impulso a la competitividad basadas en el fomento a las innovaciones productivas a partir de las plataformas de clusters, han naufragado en medio de la desconfianza empresarial en las capacidades y, sobre todo, en la falta de probidad de las instancias gubernamentales; 3) Han asignado un papel secundario a la inversión nacional.

¿Cómo diversificar la estructura sectorial de nuestra economía? Ante la pérdida de gas en la turbina de las exportaciones, la economía de Coahuila y México deberán dar poder a la turbina del mercado doméstico; ¿Cómo diversificar nuestros mercados de exportación y cómo fortalecer nuestro mercado doméstico? Esperamos ansiosos las propuestas de los candidatos, especialmente de los tres partidos ya señalados y las del único candidato independiente creíble: Javier Guerrero.

adavila_mx@yahoo.com.mx