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Escribir es un acto hedonista, dice Rodrigo Morlesin
Para el escritor mexicano Rodrigo Morlesin, autor de la novela "Elvis nunca se equivoca", escribir es un acto hedonista que asume porque le da el placer de satisfacer su ansia de meterse en la vida de ajenos, sus personajes.
"Si yo escribo es por chismoso, por metiche (entrometido), porque quiero enterarme qué va a pasar en mi historia", aseguró en entrevista a Efe el autor de 44 años.
Hasta hace poco Morlesin era un versátil diseñador que sobrepasaba sus límites cuando trabajaba en alguna saga para adolescentes o texto infantil, casos en los que escribía, entrevistaba a creadores y editaba.
"Era una especie rara de diseñador", dice, y luego explica que desde hace tiempo traía en la cabeza la idea de crear una historia en la que, contrario a lo más usual, un perro se queda sin su dueña porque se le muere.
A partir de esa idea inventó a Elvis, un perro callejero que se queda solo tras la muerte de su madre, la primera pérdida del animal, que tiene experiencias fuertes similares a las de los humanos como el acoso, el abuso, la soledad y, a partir de un accidente, el amor de una niña de nombre Ana.
Con el perro como personaje-narrador, el autor hilvana una trama con tintes autobiográficos, algunos de los cuales escribió de manera casi inconsciente mientras asumía el proceso de creación.
"Mi gran búsqueda era una familia; mi papá murió, mi mamá no tiene mi sangre, mi esposa es japonesa, la familia de ella es mi familia y no podían ser más diferentes. Entonces, en un momento del libro empecé a descubrir cosas que no me esperaba", señala.
El libro se lee de un tirón, aderezado por los dibujos de Satoshi Kitamura, reconocido en Japón y fuera de su país por su estilo expresivo y la calidez de sus dibujos.
La novela será presentada el próximo 14 de noviembre en la Feria Internacional del Libro Infantil, en la que Morlesin coincidirá con Kitamura y hablarán por primera vez de manera personal sobre la obra creada.
"Todo esto se inició con él. Un día caminábamos por el barrio de Coyoacán (en el sur de la Ciudad de México) y le conté mi idea de escribir algo a la inversa (el perro se queda sin dueña). Le pareció buena propuesta y se me ocurrió que podía ser un álbum de 48 páginas para niños, con las ilustraciones de Satoshi. Pero la historia no paró y llegó a 142 páginas", dice el autor.
"Si esta novela hubiera sido contada no por un perro, sino por un niño de cinco años, sería devastadora. Si fuera un niño que durmiera en la calle, abusado por seres desgraciados, sería duro", asevera.
No tiene Morlesin idea de si el can tiene camino por recorrer, y con la venia de Satoshi puede constituirse la saga de Elvis con el perro como personaje protagonista.
Mientras decide, pasa por un momento de sorpresa por la buena acogida de su obra y revela que el proceso de escribirla, si bien fue de emociones, no siempre lo mantuvo en estado de alegría.
"A veces me vi muerto de risa por las travesuras de Elvis, pero una noche de viernes o sábado, no recuerdo, me despertó por la madrugada la idea del final, cuya esencia sería una carta de la niña al perro. Entonces lloré todo el fin de semana", confiesa, y deja entrever que en ocasiones su hedonismo no lo fue tanto.