Escenarios: AMLO, Meade, Anaya (I)

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Escenarios: AMLO, Meade, Anaya (I)

El mediano plazo. Paradójicamente, resulta más arriesgado trazar escenarios de aquí a 95 días sobre el resultado de la elección, que de aquí a 3 o 6 años sobre lo que podría ocurrir en el país de acuerdo a la opción que tome la mayoría de los votantes el 1 de julio. Y es que las intenciones de voto ya empezaron a moverse y es previsible que lo hagan con mayor dinamismo las próximas semanas. Además, a las cuentas de los encuestadores les falta todavía la prueba de las urnas, como lo advierten las experiencias recientes en el mundo. Con el triunfo de Trump, que ni él esperaba el día de la elección, y el avance imprevisto de la ultraderecha alemana, quedaron una vez más a la vista los crecientes grados de dificultad para medir hoy las cambiantes creencias periféricas y la volatilidad de los temores y expectativas que mueven a los ciudadanos a votar en un sentido o en otro, o a no votar.

También está el móvil del llamado "voto útil", por lo demás peligrosamente manipulable, como ocurrió en Chile en noviembre pasado. Igual que aquí, la lucha era por el segundo lugar para ver quién se enfrentaba al adelantado candidato de la derecha, el ahora, otra vez, presidente Piñera. Las encuestas le daban sólo 10 puntos o menos a la candidata del progresista Frente Amplio, Beatriz Sánchez. Sólo que obtuvo más del doble: 20.27%, que la colocó en el tercer sitio en la primera vuelta. En cambio, el candidato cercano al viejo Partido Radical, Alejandro Guiller, quedó en el segundo lugar y pasó a la segunda vuelta con 22.70%, apenas una diferencia de dos puntos y medio que incluía desde luego los "votos útiles" cuyos dueños no quisieron ‘desperdiciar’ en la atractiva candidata progresista, engañosamente situada en un lejano tercer lugar, supuestamente más de diez puntos abajo.

Por ahora, pues, parece más útil ampliar el horizonte de análisis al mediano plazo, con las trayectorias, los rasgos de la personalidad y lo que han adelantado los candidatos respecto de sus actitudes en el ejercicio del poder y sus ideas de gobierno, en busca de asideros para prever lo que nos esperaría con cada opción en juego. Empezamos hoy con el primero en el orden en que hasta ahora los colocan las encuestas:

AMLO. Aplomado en la ventaja demoscópica y congruente con su trayectoria y los rasgos de su personalidad autoritaria, se conduce ya como un presidente del antiguo régimen priista. Sus promesas y amenazas de ayer devienen decisiones de gobierno hoy. Sus bien entrenadas estampas van del anciano beatífico y bonachón al viejo político sagaz. Resbalan cuestionamientos con estudiadas sonrisas condescendientes y elusivas. Tras la torpeza verbal está el mensaje del que todo lo puede y todo lo sabe: de ingeniería aeroportuaria o petróleo en aguas profundas. Pero su anuncio de cancelación de la reforma educativa traza un escenario de ruptura de un nuevo modelo tras unos meses de estrenados los libros de texto: caos y confusión para millones de niños y cientos de miles de maestros en pleno ciclo escolar, un desperdicio descomunal de recursos y la pérdida de al menos otra generación de mexicanos al margen de una educación de calidad, mientras regresan al control del sistema las camarillas sindicales desplazadas por la reforma y reclutadas por la campaña del candidato hasta ahora puntero.

Por otra parte, la anunciada decisión de someter a consulta la reforma energética, también en instrumentación, traza el escenario de una nave en ascenso a la que se le aplica el comando de desplome, con la consecuente explosión en vuelo y la estampida de inversiones y empleos generados y por generar en el sector. Y ya no hay mucho que agregar a los efectos del otro ukase protopresidencial de AMLO: la suspensión de la construcción del aeropuerto. Y todavía están los post-escenarios que seguirían al descontrol predecible de estos escenarios: la huida hacia adelante de los autócratas cercados por sus excesos. Impensable. Nos vemos el miércoles con los escenarios presidenciales de Meade y Anaya.