Escarnios presidenciales

Usted está aquí

Escarnios presidenciales

La protesta es un derecho, la represión un delito.

Con sumo escepticismo escuché el mensaje de Enrique Peña Nieto (5 enero 2017) por cadena nacional. Mensaje deplorable y ofensivo, de verdades a medias y mentiras claras, sin sensibilidad social, amenazante y perfilando los fantasmas de Atenco.

“¿Ustedes que hubieran hecho?”, preguntó Peña como si él no fuera el responsable final de la política económica del País. El aumento a los combustibles es una cuestión que toca el corazón de la crisis que en este  momento vivimos los mexicanos.

Diría nuestro admirable “Divo de Juárez”: “¿tú ponte en mi lugar a ver qué harías?” Seguramente la mayoría de los mexicanos contestarían: yo en tu lugar no robaría, porque la corrupción y el saqueo de recursos públicos están a la vanguardia de la crisis que se vive en México; yo en tu lugar no recortaría los recursos públicos a la educación y a la seguridad social; yo, dice el pueblo, disminuiría los salarios de los consejeros del INE, de los ministros de la Suprema Corte; eliminaría las prebendas de los partidos políticos; yo en tu lugar incautaría los bienes de los ocho exgobernadores del PRI que saquearon a sus estados y los enviaría a prisión porque siguen impunes, entre otras acciones.

Por otro lado, el “gasolinazo” no es la única ni la más grave injuria en contra del pueblo mexicano; en realidad, es el último de una enorme lista de agravios que se han plasmado en una pésima serie de arreglos y acomodos de las políticas públicas que han lacerado y vulnerado el cuidado de la salud, la calidad de la educación, el descuido de la sustentabilidad del medio ambiente y de la seguridad pública; esto último ha traído como consecuencia un baño de sangre que a Peña Nieto no le interesa o no sabe cómo detener.

Lo claro es que el Gobierno Federal no está dispuesto a presentar un rediseño crítico para detener la vida ostentosa, el despilfarro de los recursos públicos y los grandes negocios que enriquecen a la clase política. La torpeza de Peña no tiene medida (Aristegui Noticias).

Peña Nieto anunció que recortará un 10 por ciento al sueldo de los funcionarios federales, lo cual es una nueva burla para los mexicanos. Esa disminución en salarios y bonos es la suma que destinan para sus chuchulucos. ¿Hasta ahí llega su austeridad Sr. Peña? Ésa es una manifestación clara del sadismo político del Presidente de la República contra los mexicanos. Lo que está detrás de su discurso son intereses perversos, retórica insensible.

Estamos ante una sociedad sin mucha experiencia de participación social y política organizada, ¿cómo se defiende una ciudadanía con urgencia de expresarse?

Aún no sabemos si esta indignación dé lugar a una mayor inteligencia colectiva que induzca un cambio real en la gestión de las políticas públicas del Gobierno Federal y de los locales.

El pasado lunes 9, Peña Nieto firmó el Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y la Protección de la Economía Familiar. De entrada, el Acuerdo llegó tarde porque los precios prácticamente subieron a partir del día 1 cuando aumentó la gasolina; además, la Coparmex no firmó por considerar que el Acuerdo es improvisado e insuficiente. ¡Vaya!, hasta que alguien fue capaz de usar el sentido crítico frente el retraso de actuación y la ineficacia de Peña, a quien lo único que se le ocurrió fue volver al pasado, a 1988, cuando Miguel de la Madrid, para salir de una crisis económica sin precedentes, convocó a las fuerzas productivas a la firma del Pacto de Solidaridad Económica. En ese entonces la crisis medio se sorteó, pero esta vez a Peña no le resultó el sketch, y las movilizaciones continúan.