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Escaramuza epistolar entre Madero y Carranza
La semana pasada, en este espacio, mencioné que se cumplieron 108 años del nefando cuartelazo de Victoriano Huerta, que vino a terminar con el gobierno legítimo de Francisco I. Madero y luego con su vida, por el felón asesinato del que fue víctima. En otro pasaje agregué:
“Existen no pocos indicios y testimonios según los cuales lo que realmente ocurrió fue que Victoriano Huerta, con su cuartelazo, se le adelantó a Venustiano Carranza, que también en esas andaba”. Esto fue lo que literalmente escribí.
No faltó algún lector que preguntara si lo que realmente quise decir fue que Carranza andaba también en plan golpista en contra del presidente Madero. –Afirmativo, le contesté. Y precisé los términos exactos por mí señalados, es decir, en el sentido de que “existen no pocos indicios y testimonios” que así lo sugieren. ¿Cuáles son éstos? En el próximo artículo los expondré.
Por lo pronto y antes de entrar en materia procede tener presente, como telón de fondo que tal vez explique la cuestión, que siendo Carranza gobernador de Coahuila y Madero presidente de la República, tuvieron ambos un agrio intercambio epistolar. Fue éste por el sostenimiento de una tropa irregular que operaba en el estado, integrada por alrededor de mil elementos (de manera que no era tan pequeño el tamaño de esas fuerzas) que Carranza insistía en tener bajo sus órdenes y mando directo, pero con cargo al presupuesto del Gobierno Federal.
A lo largo de prácticamente todo el año de 1912, Madero y Carranza cruzaron amplia correspondencia escrita sobre ese enojoso asunto, cada uno en defensa –obviamente— de su respectivo punto de vista. El tono de lo redactado o firmado por Madero se advierte juicioso, razonado y sereno.
Seguramente no escapa al lector que en esa querella el Presidente –y no el gobernador– era quien estaba en lo correcto. El simple sentido común indica que no había –jamás hubo— base alguna para que el gobierno de Madero, además de cubrir por su cuenta las fuerzas federales asentadas en Coahuila, pagara además una tropa irregular al mando directo del gobernador del estado, es decir, de Venustiano Carranza.
Por ser Madero condescendiente y tolerante en exceso, en la Cuenta de la Hacienda Pública Federal de ese año, 1912, se exigió a la administración maderista la justificación o comprobación de 653 mil 052.99 pesos, en el “Ramo militar. Gobierno del Estado de Coahuila. Cuenta Auxiliar 197”. En razón, obviamente, de que no existía fundamento alguno que justificara tan elevada erogación para el sostenimiento de las irregulares fuerzas estatales carrancistas, cuantiosa si se toma en cuenta que tal cifra corresponde a valores de hace más de un siglo.
Sin apreciar lo anterior y en notorio contraste con el tono empleado por Madero, el lenguaje de Carranza en sus cartas sobre este asunto se observa agresivo, altanero e irrespetuoso. Inútil transcribir aquí algunas frases de ese jaez para probar tal tono, porque exigiría explicar el contexto, lo cual por razón de espacio resulta imposible.
Pero cabe señalar que buena parte de esa copiosa correspondencia entre Madero y Carranza aparece transcrita en el libro “México Revolucionario”, publicado en Madrid en 1920 (año por cierto del asesinato de Carranza). Este libro fue escrito por el Gral. Alfredo Breceda, originario de Matamoros, Coahuila, quien en modo alguno se puede considerar que haya sido adversario del llamado Varón de Cuatro Ciénegas, toda vez que fue su secretario particular y entusiasta panegirista.
Como gobernador de un estado a principios del siglo 20, y aun del siglo 21, ¿qué sentido tenía insistir en contar, con mando y todo, con una fuerza militar, irregular además, que adicionalmente le fuera pagada por el Gobierno Federal? ¿Tenía la intención de levantarse en armas? Hay quienes consideran que sí, como lo veremos la siguiente semana. Quien eso pretendía, es decir, Carranza, ¿se habrá puesto a pensar si apenas tres años antes el viejo dictador Porfirio Díaz se lo hubiese permitido? Por supuesto que ni remotamente.