Esas felicitaciones hipócritas

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Esas felicitaciones hipócritas

Este año muchos actores políticos y ‘desfuncionarios’ treparon a las redes sociales sendas salutaciones de navidad y año nuevo

Con un mínimo de habilidades sociales e inteligencia emocional podemos distinguir una felicitación sincera de otra que es más bien de cortesía, y de otra más que no es lo primero ni lo segundo sino que es un gesto más bien fundado en el vil interés.

La salutación genuina es transparente, nos llega de quien sabemos que nos desea bienestar y felicidad sin reservas (mami, papi, o algún buen “broder”). Es espontánea, natural, franca.

La de cortesía es en cambio más bien un compromiso, un protocolo, es calculada tanto en la duración del abrazo como en la fuerza del apretón, se extiende con palabras perfectamente escogidas y sonrisa de banquero. Por desgracia son las más comunes y no son más que ruido adicional para estas fechas, un mero formulismo de fin de año tan artificial como los “buenos deseos” que las acompañan. Esta es la felicitación que esperaríamos del jefe en la oficina, del amigo secreto Godínez o del conductor de radio o tv.

Quizás sean parte de la intrincada pantomima social, pero no se antoja necesario andar largando abrazos fríos y expresando deseos huecos cuando lo cierto es que el círculo de nuestros afectos es comprensiblemente mucho más reducido.

Por lo mismo es recomendable ser mesurado con estas expresiones protocolarias que no nacen en el fondo de nuestro corazón, porque luego se oyen más falsas que promesas de campaña (“prometo eliminar la tenencia”).

Ahora bien, una felicitación que sí es horrenda y está en el estrato más ínfimo de la escala de la mezquindad, una que de tan falsa vuelve preferible una honrada mentada de madre, es la felicitación que se nos extiende no por cariño, tampoco por cortesía, sino con la intención de sacarnos algo.

Este año muchos actores políticos y desfuncionarios treparon a las redes sociales “sendas” cálidas y risueñas salutaciones con motivo de las fiestas de Navidad y Año Nuevo.

Algunos, muy influenciados por las películas gringas, hasta se enfundan en un horrendo suéter navideño con motivos bordados en punto de cruz y sentados junto al arbolito nos dicen lo muchote que nos quieren y que no hay noche que no le pidan al niño Dios por todos y cada uno de nosotros, en forma individual y en orden alfabético:

“Diosito, acuérdate de: 1.- Abasolo, César Enrique.- que por favor ya siente cabeza, que deje el rock and roll y que lo publiquen en el New York Times”.

¡Pamplinas! Dijo el buen Scrooge. ¡Puro maldito gas intestinal! Estos monigotes ni se interesan en nosotros, ni nos desean el bien y les anda valiendo puro buñuelo lo que nos ocurra o cómo nos vaya. Y tampoco son gente cercana a nosotros como para que el corrernos semejante cortesía nos haga alguna diferencia.

Nada, es sólo que andan tan urgidos de escaparate y reflector que la Navidad y el Año Nuevo son su mejor y más imaginativa excusa para dirigirnos la palabra, todo con la intención de que los tengamos presentes y así, algún día no muy lejano, nos pidan el voto para su causa propia o la de su partido y así, asegurar su permanencia en la siempre nutricia estructura del Poder.

Y como si no fueran suficiente insulto recibir salutaciones decembrinas de quien nos roba el resto del año, para sonar naturales, estos heraldos de la Navidad las dejaron a su más espontánea elocuencia, exhibiendo así el vacío que priva en sus locas cabecitas cuando no están respaldados por un equipo de asesores.

Personajes nefastos que no tienen el valor para darnos la cara o responder por la ominosa megadeuda (causa primordial de que Santa Clos y las Reyes no visitarán los hogares coahuilenses en mucho tiempo), pero tienen la cara tan dura como para enviarnos su más risueña felicitación.

¡Sáquense mucho a Belén con sus deseos y saludos! Esos que me los dé mi abue.
Usted señor Diputado, señora Senadora, responda por todo el desgarriate que hay en Coahuila y sobre el que no habrá de ponerse orden sin necesidad de un correctivo de bíblicas proporciones.

Amigo lector, recuerde, estas felicitaciones son hipocresía destilada. Mándelas de paseo junto con todas las cosas inservibles de las que habrá de deshacerse en limpieza anual del Feng Shui. Usted no ocupa nada de eso. Mándelas (junto con quien las envía) mucho a la chingada.

Nos leemos el jueves para despedir el 2015.

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