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"Es una 'resignificación' de la violencia"; IMM defiende el árbol de sartenes
Abigail Salazar, directora de políticas públicas del Instituto Municipal de la Mujer (IMM) en Torreón, defendió el antimonumento del árbol que tiene sartenes y ollas con experiencias de violencia de distintas mujeres, pues argumentó que es una propuesta de resignificación a través de los elementos que les simbolizan violencia a las mujeres en el ámbito doméstico.
En el marco del Día Internacional de la Mujer, el Ayuntamiento de Torreón presentó la Plaza de la Mujer y la creación por parte de usuarias del IMM de dos árboles de metal con sartenes y ollas, lo que generó polémica en redes sociales y entre algunos colectivos de mujeres.
Sin embargo, Abigail Salazar sostuvo que la interpretación que le dieron personas externas no tiene nada que ver con el proceso que se siguió para llegar a la obra. Dijo que se integró un grupo de usuarias que ya abandonaron el círculo de violencia, con la intención de ofrecer un testimonio y compartir su experiencia.
“Se reflexionó qué elementos pudieran significarles más lo que refleja la violencia, de entrada mencionaron que la cocina, los sartenes; es el espacio donde se sienten más agredidas, el lugar donde más les recuerdan que son amas de casa, que son más violentadas, es toda una reflexión. Lo que fue es que trajeron sartenes y ollas que ya no querían seguir viendo en su hogar”, ahondó Salazar.
Agregó que las mismas víctimas de violencia seleccionaron las piezas, las donaron y escribieron los testimonios. “Es una resignificación de la situación de violencia. A partir de esos objetos que corresponden a un rol tradicional de la mujer, los sacan del contexto de la cocina, de la violencia y lo resignifican como parte de su proceso de salir del círculo de la violencia”, expuso la funcionaria del IMM.
Salazar añadió que la idea de compartir el testimonio y plasmarlo en esas piezas, era para que las personas que pasaran por el espacio público, leyeran y se sintieran parte, quizá de un caso similar. “Que la gente sepa que se puede salir adelante. Se busca una reflexión y establecer un diálogo entre las mujeres que siguen en violencia y las que ya salieron. Ese es el proceso, no es artístico”, recalcó.
Asimismo, Abigail Salazar aseguró que la obra de las usuarias no representó ningún recurso público, pues los sartenes fueron donados por las mismas usuarias, las alumnas pintaron el mandala sobre los sartenes y las mujeres que soldaron fue parte de su práctica en el taller de herrería.
Añadió que las mujeres que realizaron el proyecto padecen violencia doméstica, y todas estas críticas, opinó, las están llevando a una plataforma de violencia comunitaria porque demeritan su trabajo y critican su proceso.
“Mejor que acudan al espacio, que entren en diálogo con la pieza, esta pieza es una propuesta de resignificación a través de los elementos que les significan la violencia en la vida doméstica”, insistió Salazar.
Algunos testimonios inscritos en las piezas son: “Cuando fui víctima de violación me sentí muy asustada porque yo no sabía lo que iba a pasar. Cuando le dije a mi mamá que fui víctima de abuso sexual mi mamá lloró por lo que me hicieron, yo en mi escuela lo dije y todos mis compañeros escucharon y la maestra me preguntó que cómo me pasó y yo le conté cómo fue...”.
Otra experiencia: “Tengo 10 años a los 4 años sufrí violencia por mi padrastro física y sexual. En ese momento me sentía sucia, solo pensaba en ese momento irme con mi papá, pensaba en morirme para ser un ángel y no sufrir más. Y mi mamá nunca me hacía caso se lo conté a mis tías y me salvaron…”.