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¿Es tu hijo un riesgo para las mujeres?
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México una de cada diez personas considera que está justificado golpear a una mujer. En otros estudios realizados entre jóvenes universitarios se determina que una de cada cinco mujeres ha sido agredida sexualmente en su etapa universitaria y el 7% de los estudiantes universitarios varones que fueron encuestados, reconocieron haber violado o intentado violar a alguna compañera de estudios. Por otra parte, seis de cada diez de ellos admitieron haber acosado o agredido sexualmente a alguna compañera universitaria en más de una ocasión.
Con datos como éstos, es normal que nos preocupamos por preparar a nuestras hijas de modo que sepan cuidarse y mantenerse a salvo de este tipo de agresiones. Sin embargo, la tarea está incompleta si no educamos también a los varones para combatir y desaparecer esa violencia contra las mujeres. Es decir, es necesario enseñar a nuestras hijas a protegerse, pero es aún más urgente enseñar a nuestros hijos a no agredir a las mujeres. A continuación comparto algunas ideas que podrías poner en práctica en tu familia.
1. Las mujeres no son como las pintan
Enseña a tu hijo a comprender que las mujeres no son —por naturaleza— débiles, frágiles, histéricas, “hormonales”, sentimentales y dependientes. Tampoco son por esencia un tesoro (no son objetos), ni son angelicales, maternales, tiernas, cariñosas y bellas por obligación. Todo esto alude a una serie de estereotipos de género, no a una esencia femenina —inexistente—, o a una condición natural o biológica. Hazle entender que basar sus relaciones con las mujeres en convenciones sociales que son falsas y violentas, es algo que debe evitar siempre.
2. Ser hombre no es equivalente a ser sexual
Así como las mujeres desde temprana edad son educadas con la idea de que deben ser deseables para ser valoradas socialmente, los varones son educados para creer que ser hombre es equivalente a tener múltiples intercambios sexuales —consentidos o no— con gran cantidad de mujeres. Alguna vez conocí a una mujer, madre de varios hijos varones, quien después de mudarse y al llegar a su nueva residencia, se presentó con la siguiente frase: “Ahora sí, cuiden a sus gallinas porque mis gallos andan sueltos”. Esta historia muestra cómo desde casa solemos autorizar y fomentar en los hijos una forma de relación con las mujeres que es violenta, que las define como objetos sexuales que ellos tienen derecho a tomar.
Tú, en contraste, vigila que tu hijo jamás se refiera a alguna mujer de manera despectiva o discriminatoria, ni siquiera en broma. Asegúrate de que comprenda que jamás tiene derecho a hacer algo que su novia, amiga o compañera no apruebe de manera explícita. Es común que un hombre justifique agredir sexualmente a una mujer en el hecho de que ella le coqueteaba, lo provocó con su vestimenta o creyó que ella deseaba un contacto sexual. Haz que tu hijo tenga muy claro que nada, absolutamente nada, justifica que un hombre se aproxime a una mujer de un modo en que ella no autoriza de manera clara, sin lugar a dudas.
3. Defender el derecho de las mujeres a la vida
Ayuda a tu hijo a comprender que si bien las mujeres no son frágiles por naturaleza o requieren de un hombre que las cuide, sí es preciso que se sume a sus esfuerzos por hacer valer sus derechos. La defensa del derecho que toda mujer tiene a una vida libre de violencia no es tarea solo femenina: hay mucho que los hombres pueden y deben hacer para que otros varones comprendan que no es legítimo, normal o divertido golpear, agredir, acosar o ultrajar a una mujer. Así mismo, hazle ver que siempre que esté en sus manos, debe promover que las mujeres gocen de las mismas oportunidades y derechos que los hombres.
4. Ninguna mujer debe ser violentada
Con frecuencia se intenta concientizar a los hombres sobre la violencia de género planteando una idea semejante a esta: “Antes de agredir/golpear/acosar a una mujer, detente a pensar que podría ser tu hija/madre/hermana/esposa”. Aunque puede ser una práctica bien intencionada, en realidad es un argumento falaz: las mujeres no deben ser agredidas simplemente porque son seres humanos con dignidad y derechos, no por la relación afectiva o de parentesco que podrían guardar con un hombre. Evita, por tanto, formulaciones como ésta, pues refuerzan el estereotipo de que una mujer vale en tanto está asociada a un varón. En cambio, puedes fortalecer en tu hijo la convicción de que todos los seres humanos debemos ser respetados siempre, sin excepción alguna.
5. Otras formas de masculinidad
Si logras que tu hijo comprenda esto y viva en consecuencia, habrás conseguido cuestionar y desarmar junto con él buena parte de los estereotipos de género, que siempre implican violencia. Esto abre una hermosa y esperanzadora oportunidad para tu hijo (y para las mujeres en su vida): el reto de construir para sí otros significados de ser hombre, que no impliquen la naturalización de la violencia contra las mujeres, en cualquiera de sus formas.
Finalmente, recuerda que todo esto puedes enseñarlo a tus hijos varones solo si es algo que se vive en casa. Nadie rompe estereotipos solo por decirlo o desearlo: conlleva una buena dosis de reflexión, convicción y esfuerzo cotidiano, de modo que aprendamos a vivir y relacionarnos de otra manera, siendo conscientes de por qué lo hacemos y qué es lo que deseamos.