¿Es bueno dormir con el bebé? Mira lo que han hecho las madres en el mundo y en la historia
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¿Es bueno dormir con el bebé? Mira lo que han hecho las madres en el mundo y en la historia
Un grupo de pediatras de la Academia Americana de Pediatría (AAP) afirma que los bebés deben dormir en la habitación de sus padres los primeros seis meses de vida, incluso hasta el año. Quizá no sea bueno para el matrimonio y el descanso de los padres pero es importante para la seguridad del bebé. Dicha academia actualizó y publicó sus recomendaciones para el sueño seguro el 24 de octubre.
Estas recomendaciones, publicadas por última vez en 2011, forman parte de una iniciativa para prevenir el Síndrome de Muerte Súbita del Infante (SMSI), que junto con la sofocación accidental o estrangulación, mata alrededor de 3.500 niños por año. También constituyen lo último en una serie de consejos que parecen cambiar cíclicamente pero que ayudan a que muchos bebés sobrevivan el primer año de vida.
En 1900, uno de cada 10 bebés moría antes de su primer cumpleaños, según indica el Centro para Prevención y Control de Enfermedades. En algunas ciudades, la tasa de mortalidad en el primer año alcanzaba el 30 por ciento. Pero en 1997, la tasa era de menos del 1 por ciento: 7,7 muertes por cada 100.000 nacimientos.
Si bien algunos expertos creen que los Estados Unidos se encaminan a una tasa de mortalidad infantil irreducible –el punto en el que no es posible mejorarla- la batalla contra el Síndrome de Muerte Súbita continúa. Los médicos no saben a ciencia cierta por qué los bebés dejan de respirar durante la noche cuando no hay una causa aparente. Lo que sí saben es que el mayor riesgo lo corren hasta el cuarto mes o si se duermen en un sofá o silla acolchada.
Según la AAP, cuando los bebés comparten la habitación con los padres, el riesgo de sufrir de SMSI se reduce a la mitad. Esto debería funcionar como un aliciente para que los padres duerman con sus bebés aunque la calidad del sueño se vea afectada. Pero esto no es todo lo que los padres deberían saber.
Cuidado con las chichoneras
Los bebés deben dormir en la habitación de los padres pero no en la misma cama, dijo la AAP. Deben acostarlos boca arriba en una cuna o moisés que tenga un colchón firme cubierto con una sábana ajustada.
Se recomienda “evitar el uso de ropa de cama acolchada, incluyendo chichoneras, frazadas, almohadas y juguetes blandos. La cuna tiene que estar despejada”.
Esto es una mala noticia para los fabricantes de ropa de cuna y para los padres que prefieren armar una cuna con edredones que combinen con las chichoneras.
Las chichoneras son paneles acolchados de género que recubren el interior de la cuna para evitar que el bebé se golpee contra los bordes. Pero muchos bebés se han sofocado al quedar atrapados entre los pliegues o cuando se daban vuelta entre las sábanas. Otros se han estrangulado con las cintas de las chichoneras enroscadas en el cuello, por lo que algunos médicos han pedido que se prohibieran esos productos. Todavía se consiguen en Internet, aunque algunos fabricantes utilizan paneles más delgados que permiten respirar.
La mayoría de las muertes de infantes se producen cuando se los acuesta boca abajo o en una cuna con mantas acolchadas o cuando duermen con otra persona, afirma la AAP.
Si bien el informe fue confeccionado con la información más reciente sobre mortalidad infantil, también muestra cómo han cambiado las recomendaciones para padres a medida que esa información se encontraba disponible. Además, explica por qué los padres deben prestar atención a las recomendaciones, que están en flujo constante.
En 1992, la AAP recomendaba que los bebés durmieran boca arriba o de costado en vez de boca abajo. Cuatro años más tarde, cambió de opinión y afirmaba que los bebés deben dormir boca arriba.
La nueva norma funcionó: entre 1992 y 1999, las muertes por SMSI se redujeron drásticamente de 4.73 a 2.643. La cantidad anual de muertes parece haberse estabilizado.
A continuación, un recorrido por los cambios en el cuidado de los bebés a lo largo de la historia.
Época colonial
A principios de la época colonial, los bebés dormían en cunas angostas para que pudieran estirar las piernas pero no acurrucarse. También se los fajaba hasta los 6 meses. A partir de entonces se los vestía con faldas y enaguas que les impedían gatear. La gente creía que solo los animales andaban en cuatro patas y que los niños debían salir caminando.
Como a algunos niños se los forzaba a caminar antes de que estuvieran listos, los pequeños usaban gorros o cascos acolchados denominados “sombrero de pudin” para protegerlos de golpes que pudieran convertir su cerebro en un pudin, según el sitio The Pilgrim John Howland Society.
El Renacimiento
Si bien la ciencia y la psicología han demostrado la importancia del apego inicial entre madre e hijo (razón por la cual la AAP enfatiza el contacto de piel con piel), durante el Renacimiento era común que los bebés fueran entregados a sus nodrizas.
“Las amas de leche eran algo corriente en las sociedades urbanas premodernas,” escribió Margaret L. King en su libro The Renaissance in Europe. Esta práctica se relaciona con el desapego por los bebés, ya que muchos morían antes del año. Por eso también se los bautizaba a las horas de nacer.
Las pinturas de la época muestran a los bebés fajados con tiras de género tan ajustadas que parecía que estuvieran atados. Los padres creían que gracias a las fajas las piernas del bebé no crecían torcidas.
La práctica de utilizar amas de leche continuó siendo común en Europa hasta entrado el siglo 19. En su libro Baby Meets World, Nicholas Day escribió que París en 1870 era “una ciudad sin bebés” porque de los 21.000 nacidos ese año, solo 700 eran amamantados por sus madres. El resto estaba al cuidado de campesinas.
La Edad Media
En la Edad Media, los bebés dormían en cunas mecedoras junto a la cama de la madre, según Lynn Elliott, autora del libro Children and Games in the Middle Ages.
Si bien esto es similar a los que la AAP recomienda a las familias hoy en día, va en contra de lo que los padres han hecho a lo largo de la historia.
El colecho, donde el niño comparte la cama con sus padres, es costumbre en “muchos países y culturas,” según un informe de la revista Pedriatrics publicado en 2011.
Sin embargo, en 2005, la AAP afirmó que los niños no deben dormir en la cama con los padres. Las nuevas directrices sugerían que los padres trajeran a los bebés a su cama para alimentarlos pero que los devolvieran a su cuna al terminar. También sugirieron que no hubiera almohadas, sábanas sueltas o frazadas sobre la cama mientras alimentaban al bebé porque, como destacó Elissa Strauss en una entrevista en Slate, le resultaría incómodo para la madre y no se dormiría con su hijo en brazos.
Roma Antigua y otras culturas
La historiadora Nancy Padgett afirmó que las mujeres romanas “se embarazaban constantemente” a fin de formar una familia en una sociedad cuya tasa de mortalidad llegaba al 75 por ciento. Sin embargo, el infanticidio era legal – el padre era quien decidía si el niño viviría o lo dejaban morir a la intemperie. No se consideraba a los niños como personas humanas hasta que cortaban los dientes y podían comer alimentos sólidos, según contó a LiveScience Simon Mays, biólogo e investigador británico.
Al otro lado del mundo, los arqueólogos llegaron a la conclusión de que los padres en cambio adoraban a sus niños un milenio antes de Cristo, basándose en unos pantalones de piel de foca hallados en una excavación en Alaska. Estos pantaloncitos decorados no servían como pañales. En esa época, los esquimales utilizaban un manojo de musgo de reno, pelo y virutas de madera a modo de pañal, de acuerdo con la antropóloga Meghan Mulkerin.
Si bien las mujeres vienen amamantando desde que Eva lo hacía en el jardín de Edén, según un artículo de la BBC se han encontrado elementos utilizados para alimentar bebés, como botes con pico y cuernos de vaca con tetinas de cuero en excavaciones arqueológicas.
“A los niños de la Grecia Antigua se les daba vino y miel, mientras que en la India del siglo II D.C. se les daba vino diluido, sopas y huevos a los 6 meses de edad,” escribió Kate Dailey para la revista BBC News Magazine.
En el Antiguo Egipto, las madres ataban amuletos en las extremidades de sus bebés para que una deidad los proteja, según el libro Growing Up in Ancient Egypt de Rosalind y Jac Janssen. También colocaban un conjuro en un dije y se lo colgaban al cuello del bebé.
Hoy en día, cuidar de la salud y bienestar del bebé es mucho más simple: en la medida de lo posible, amamanta a tu bebé los primeros seis meses. Y mantenlo a tu lado durante la noche pero no en tu cama.