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¿Eres adulto y te es difícil hacer nuevos amigos? Esta nota es para ti
Salí de la ducha a las 2 de la tarde. Acababa de mudarme a una ciudad nueva y cada día deparaba algún tipo de locura.
En cualquier momento estaba por llegar mi cuñada para dejarme a sus hijos. Me vestí a las apuradas, me quité el maquillaje y, como no tenía tiempo de colocarme las lentes de contacto, me puse los anteojos sucios. Hice un turbante con una toalla porque tenía el pelo mojado.
Sonó el timbre. Fui corriendo a abrir la puerta.
Para mi gran sorpresa, no era mi cuñada sino una vecina muy bonita con su adorable hija adolescente. Venían a darme la bienvenida al barrio. Gentilmente agradecí el regalo que me hicieron y me presenté pero por dentro me moría de vergüenza. Ahí estaba, parada en la puerta de entrada sin maquillaje y con una toalla en la cabeza. ¿Qué clase de persona abre la puerta de su casa con una toalla en la cabeza?
Esa noche le conté la anécdota a mi esposo y nos reímos mucho. Sin conocer a mi vecina, le reconocí el hecho de pasar por alto mi bochorno. Al menos, espero que haya sido así. Hacer nuevas amistades a los treinta y pico me resulta arduo a pesar de ser extrovertida.
Mi hija, que tiene 11 años, me dijo que para ella la parte más difícil de hacer nuevos amigos es dejar una buena impresión y esperar que los demás la acepten. Como madre, me dan ganas de decirle “Sé tú misma. Si no les gustas como eres entonces no merecen ser tus amigos.”
Afortunadamente, tiene el don de hacer amigos con facilidad. En realidad, mis cuatro hijos tienen ese don. Cuando nos mudamos, el mayor riesgo que corrimos fue el de dejar atrás amigos fantásticos. Recé mucho para que mis hijos tuvieran la oportunidad de hacer nuevos amigos igual de buenos.
Sin embargo, no puedo evitar pensar que las preocupaciones de mi hija, típicas de una pre adolescente, son las mismas que tengo ahora. Parada en la entrada como un perro mojado y con la ilusión de que la gente me acepte así. No fue la buena impresión que quería dar.
Tenía la intención de escribir esta nota sobre cómo ayudar a nuestros hijos a hacer nuevos amigos. Pero claramente todos necesitamos nuevos amigos de vez en cuando. Entonces se me ocurrió escribir acerca de las cosas que podemos hacer para entablar nuevas amistades, tales como “ir donde haya gente” o “comenzar una conversación.”
Pero ese no es el verdadero problema. Conocer gente nueva no es el problema. Para la mayoría de nosotros, esa es una cuestión de instinto.
El problema radica en aumentar nuestra autoconfianza a fin de entablar una nueva amistad.
Se trata de aceptarnos como somos y sentirnos cómodos con nosotros mismos. Si no queremos que nos juzguen, no podemos auto juzgarnos. Nada de criticas, solo aprecio.
Se trata de mostrar nuestra vulnerabilidad. Abrir la puerta con una toalla en la cabeza y rezar para que el extraño del otro lado vea quien eres realmente. Ser vulnerables significa bajar las defensas y dejar que los demás se nos acerquen. Incluso para herirnos.
Se trata de entablar nuevas conversaciones y probar cosas diferentes en lugares nuevos. Debemos tener el coraje de salir de nuestra zona de confort hasta que nos sintamos cómodos fuera de ella.
Se trata de abrir la cabeza ante personas desconocidas. Intentar ver quiénes son realmente. Ver sus fortalezas y sus talentos y comprender lo que las hace ser fabulosas.
Hacer amigos es confiar en que esa persona te conozca y le agrades. Y, con suerte, esa confianza se convierte en momentos compartidos, ayuda mutua, carcajadas y amistad de por vida.
Quizá por eso es que nos importa tanto, quizá porque podemos tener la oportunidad de crear amistades que duren en el tiempo. “Hola, soy Nicole. Creo que no nos conocemos” Si, esa es la parte más fácil.