Equilibrio político
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Equilibrio político
El equilibrio político es un elemento derivado de un buen funcionamiento de la democracia e imprescindible su aplicación en todo gobierno que desee certidumbre en sus funciones, por lo que debe aglutinar las fuerzas que tienen un peso específico dentro de la sociedad y que están revestidas de influencia, pues en un momento dado pueden imponer su criterio y allegarse prerrogativas.
Hace unas semanas se escogió –y perdón por decirlo de esa forma– al Presidente del Poder Judicial del Estado, gente cercana al gobernador, por lo que el hilo conductor recorrerá en una sola dirección llevando el peso de señas unilaterales que harán la inexistencia de discrepancias de opinión.
La conducción panista en la legislatura actual ya emite los estertores de una caducidad que no tarda en llegar para que luego haga su arribo y tomen el mando integrantes acunados en una unión, a la que le llaman democrática de Coahuila, cuya dirección de la mesa directiva del Congreso estará apegada a prácticas empíricas, ya que la técnica legislativa al parecer está lejana en sus procedimientos, por lo que los caminos se acoplarán más a lo político.
Esa oportunidad no la deben desaprovechar ya que es posible que sea de las pocas que tendrán, y no por minimizar su presencia en ese ambiente, sino porque en ese organismo, lo saben, es poca la militancia y poca su fuerza política.
Empezando el 2020 arrancará la contienda para la renovación de los nuevos diputados que serán electos en junio de ese año, y es aquí donde precisamente los partidos, sobre todo el partido en el poder, le corresponderá hurgar con inteligencia y escoger a los contendientes, pues una mayoría por parte de la oposición dará lugar a poder frenar esperanzas para el futuro.
El ejercicio eleccionario que se vivirá será de suma importancia, pues concurrirá el momento en que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) deba solventar la disputa mediante candidatos identificados con el pueblo, pues según los vientos priistas se mencionan algunos perdedores que nuevamente los arrojarán a la palestra, sabiendo que los contendientes de los otros partidos ya conocen sus estrategias de pelea, sería como darle a tu enemigo la combinación de tu caja de valores.
¿Cuál es la razón por la que el PRI envíe a perdedores y repetidores nuevamente a combatir? Es de sentido común no enfrentarlos de nuevo, pues tienen la más alta probabilidad de que vuelvan a fracasar.
¿O en ese partido no hay otras personas valiosas que puedan salir airosas y que ayuden a obtener mayoría cuando ya estén en funciones apoltronados en las curules?
De qué manera el poder público podrá arar en una superficie guardando un equilibrio político de fuerzas que le allanen el camino rumbo al final del sexenio, ya que a esta nueva legislatura le tocará el final de una administración cuya labor la ha llevado a navegar con remos ajenos desde sus inicios.
Ya hemos dejado ver que de los poderes constituidos el judicial ya aceptó cuando el ejecutivo le hizo un giño, mientras que el legislativo en su nueva etapa cuando empiece con las primeras miradas se verá si son de aceptación o de esas que son como lanzas, pues así sería como cerrar la puerta con estridencia, y concluir que el sexenio fue de transición y que solo fue utilizado para disipar vientos de tormenta.
Esos vientos dejaron la casa casi destruida y va a pasar mucho tiempo para su reconstrucción, pues los arreglos se hacen con dinero, y dinero no hay.
El actual gobierno puede lograr ese equilibrio político y operar con respeto la estructura de poder, trabajando coordinadamente para no caer en un absolutismo, como se está haciendo a nivel federal que el único que toma decisiones es el Presidente y los demás tristemente actúan de comparsas.
Si el ambiente oficial durante este gobierno estatal ha contribuido a que el humor social sea aceptable, sigamos por ese camino hacia adelante con coraje, que aunque batallando en su transitar y aunque llevemos un paso lerdo, es ganancia que la maquinaria no se detenga.
Trabajemos denodadamente cada quién desde su lugar poniendo todo nuestro empeño para que de lo contrario no nos encuadremos en la definición que creó Su Santidad el Papa Francisco cuando dijo: “Un pueblo que vive en la inercia de la aceptación pasiva, es un pueblo muerto”.
Se lo digo EN SERIO.
franciscoaguirreperales@gmail.com
@aguirreperalesf