Entre la aspereza del 2020 y la esperanza del 21

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Entre la aspereza del 2020 y la esperanza del 21

ALEJANDRO MEDINA

El año que inicia sucede al que quedó. Lo despedimos con gusto porque trajo problemas, dolores, fracasos, decesos, quiebras de negocios, desocupación y depresión. Estrenamos año y no podremos desentendernos del anterior; debemos ir aceptando los huecos, huecos que no se llenan con facilidad. Quienes perdieron a un ser querido tendrán un periodo de luto que implica adaptarse a la ausencia y a aceptar que no tiene remedio. Año pavoroso que impuso congojas sin hacer preguntas, y entramos al nuevo con incertidumbre. Comparto unas frases de escritores que describieron contrariedades y aportan ideas. Algunas las recibí de amigos, otras brotaron de lecturas.

Retomo el discurso de don Quijote que alienta ante la zozobra: “Todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca”. Pensar como Cervantes que el bien se acerca (vacunas, reactivación del comercio, regreso de los empleos…) no restaura lo ocurrido, pero puede ser útil. Don Quijote es el personaje que sufre golpe tras golpe y continúa pensando en que es responsable de alguien a quien hacer feliz.

Eduardo Galeano escribió que “Ojalá seamos dignos de la desesperada esperanza. Ojalá podamos tener el coraje de estar solos y la valentía de arriesgarnos a estar juntos, porque de nada sirve un diente fuera de la boca, ni un dedo fuera de la mano. Ojalá podamos ser desobedientes, cada vez que recibimos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común. Ojalá podamos merecer que nos llamen locos, por cometer la locura de negarnos a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria. Ojalá podamos ser tan porfiados para seguir creyendo, contra toda evidencia, que la condición humana vale la pena, porque hemos sido mal hechos, pero no estamos terminados. Ojalá podamos ser capaces de seguir caminando los caminos del viento, a pesar de las caídas y las traiciones y las derrotas, porque la historia continúa, más allá de nosotros, y cuando ella dice adiós, está diciendo: hasta luego. Ojalá podamos mantener viva la certeza de que es posible ser compatriota y contemporáneo de todo aquel que viva animado por la voluntad de justicia y la voluntad de belleza, nazca donde nazca y viva donde viva, porque no tienen fronteras los mapas del alma ni del tiempo”.

Galeano inicia cada frase con la interjección ojalá que expresa el deseo que algo suceda. Es palabra árabe (shaa Allah, que significa “si Dios quisiera”). Sé que Galeano no le dio esa connotación porque no era creyente. Usamos la expresión como deseo de algo. Los romanos daban un sentido a la palabra deseo con un toque de referencia a los astros; en latín desiderium quiere decir “desde las estrellas”, a las que se invocaba.

Borges dictó un pensamiento siendo muy anciano y sabiendo que su muerte estaba cerca. En él se refirió al amigo que fue su condiscípulo en secundaria. Con tristeza preguntaba “cómo puede morir una mujer o un hombre o un niño, que han sido tantas primaveras y tantas hojas, tantos libros y tantos pájaros y tantas mañanas y noches”. No hay respuesta. Los 130 mil mexicanos muertos deben haber tenido no pocas personas que los amaron, los gozaron, conversaron con ellos, compartieron tramos de vida. Los muertos nos precedieron y ahora sobreviven en los corazones de quienes los amaron: están en el pasado y, así mismo, en el futuro del recuerdo: están en nosotros.

Sobre el año 2021 tenemos titubeos, pero algunas certezas. Una buena es que Donald Trump no estará ahí. Otra es que vienen las vacunas. La tercera es que regresamos a un mundo de exigencias nuevas: el avance de las mujeres en la sociedad, la lucha por los derechos humanos, la conciencia de que debemos proteger al planeta, el regreso a los libros y al arte como fundamentos de cultura y una conciencia solidaria (mataron un negro, George Floyd, y el mundo entero se conmovió y se rebeló contra el racismo y la injusticia.) Hace 250 años Beethoven proclamaba que todos somos hermanos y debemos abrazarnos.