Usted está aquí
Entre corazoncitos y palomitas azules
Ayer en el consultorio surgió la pregunta de cómo interpretar dos palomitas azules en WhatsApp junto con varios corazoncitos en una publicación de Facebook. La respuesta mía es, “No sé.” Han pasado años, pero creo que las cosas no han cambiado mucho. Siempre hemos interpretado miradas, coincidencias, palabras, chismes, atenciones, y más. Hemos pasado la vida tratando de adivinar lo que quería decir otro, para bien o mal, a nuestro favor o en contra. Lo que no hemos hecho, cuando menos no con mucha frecuencia, es preguntar.
¿Qué hago si me “dejan en visto”? Puedo esperar. Puedo mandar un giphy de un gatito asomándose de atrás de una puerta. Puedo eliminar a la persona por la ofensa. Puedo asumir que está ocupado. Puedo concluir que encontró a alguien más interesante con quien “hablar” (por cierto, para los mayores aquí, “hablar” es sinónimo de – hmmm – platicar con alguien que me gusta para ver si salimos o nos hacemos novios).
Alguna vez se me ocurrió que estamos viviendo una nueva novela clásica, “El amor en tiempos de WhatsApp”. Siempre he sabido que no sé interpretar los “señales” de otros. Y ahora de pronto surge la oportunidad de escuchar que otros tampoco se sienten seguros en la traducción de emojis y símbolos, menos aún de miradas esquivas y deseos sugeridos. Me gustaría tanto que quienes me tuvieran que decir algo, que lo dijeran. Así sabré que si no “dicen nada” es porque no tienen nada que quieren que yo sepa. Tal vez lo más difícil sería decir lo que yo tengo por decir.