Encuestas, ¿cómo responderán en las elecciones coahuilenses?

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Encuestas, ¿cómo responderán en las elecciones coahuilenses?

Alejandro Medina/Ilustrador
Para el proceso electoral que comienza en Coahuila se deberá revisar si hay que modificar y enriquecer los mecanismos para medir la preferencia del electorado coahuilense

Con el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, la gran derrota -más allá de la que arrastra Hillary Clinton- fue para las encuestas.

Este método de medición de opinión volvió a ser exhibido en una elección. 

En los últimos tiempos, las encuestas han fallado y han quedado exhibidas de manera palmaria. 

En México, en Colombia, en Estados Unidos, en Inglaterra, en España, no ha habido elección o definición importante en la que las encuestas no hayan retratado una intención diametralmente opuesta a la realidad que se define en las urnas. 

En las elecciones mexicanas hemos visto como gubernaturas han sido ganadas por aspirantes que ni siquiera destacaban en este tipo de ejercicios de medición de opinión. 

Ante esta “enfermedad” en las encuestas, habrá que poner atención qué rol jugarán éstas para este proceso electoral en Coahuila. 

Desde hace meses han circulado mediciones que han ido más o menos en el mismo derrotero, con coincidencias en el puntero. 

Sin embargo, a través de redes sociales también se han difundido este tipo de ejercicios. 

Para el proceso electoral que comienza en Coahuila se deberá revisar si hay que modificar y enriquecer los mecanismos para medir la preferencia del electorado coahuilense. 

Siempre será de utilidad para los medios y la sociedad tener una radiografía cercana a lo que pudiera suceder el próximo 4 de junio, sin embargo, habrá que tener “pies de plomo” en cuanto a lo que se diga en estos ejercicios. 

¿Qué habrá pasado en los procesos electorales o de referéndum en donde las encuestas dicen una cosa y la realidad termina por demostrar otra muy distinta?

¿La sociedad tiene temor a ser genuina y revelar por quién piensa votar?, ¿los encuestadores habrán caído en actos deshonestos que busquen posicionar a alguien, en lugar de retratar las tendencias que existen?

Sólo son hipótesis. No ha habido un estudio que nos ayude a entender las causas de este fenómeno que se ha extendido en democracias vigorosas como las de Estados Unidos, España y Reino Unido, así como otras que se van afincando como lo es la mexicana. 

El tema no es menor. La postal que se muestre en el proceso podría ser ajena a la realidad que las casillas exhiban. 

Algunos encuestadores han buscado alternativas. Por ejemplo, medios digitales han apostado por sondeos de opinión a través de redes sociales, utilizando parte del rigor que se tiene en un ejercicio de medición de opinión tradicional. 

Sin embargo, esto no garantiza que tendremos una imagen tan verosímil a lo que se dé en junio del próximo año.

La democracia mexicana ha tenido una fuerza apuesta por este tipo de ejercicios, sin embargo, en las últimas elecciones no han sido el mayor reflejo. 

En ese tenor habrá que reinventar cómo iremos midiendo el pulso hacia el súperdomingo de junio en el que a nivel local definiremos gobernador, alcaldes y diputados.

Para nadie sería correcto que hubiera una nueva exhibición de las encuestas, ni para la democracia local, para los encuestadores, para los partidos y mucho menos para una sociedad que cada vez demuestra mayor desconfianza hacia la vida pública.