En la Zona Metropolitana de Saltillo la pandemia pulverizó el poder adquisitivo: los precios de los alimentos aumentaron entre un 30 y 40 por ciento, hubo despidos y también cientos de trabajadores redujeron su ingreso al recibir sólo la mitad o el 70 por ciento de su salario; las consecuencias de dos meses de confinamiento son no sólo económicas, sino también sociales, explicó el investigador Antonio Serrano.

Serrano y un grupo de colaboradores dieron seguimiento de los precios de varios productos alimenticios durante los meses de confinamiento de abril y mayo con la finalidad de tener una referencia del incremento en los precios, y encontraron aumentos muy significativos en esos dos meses, de hasta el 40 por ciento.

El investigador explicó que buscaron la tendencia en los precios, y fue a la alza. “La tendencia marca que estamos subiendo entre un 30 y un 40 por ciento en este par de meses que van de la pandemia. Abril y mayo solamente. Es un seguimiento de precios en el área metropolitana (de Saltillo) con la finalidad de ir estimando los precios en los que nos estamos moviendo”.

La recopilación estadística se realizó en el rubro que el INEGI califica como alimentos, bebidas y tabaco, pero no se generó una canasta básica, sino que se seleccionaron productos y en cuatro cadenas de supermercados se hizo el muestreo de precios.

Cada dos semanas se realizó la recopilación de precios con 25 productos de consumo cotidiano en la región. “No es un estudio de inflación porque por la situación sanitaria no se puede realizar de manera oficial por la contingencia”.

ESCALADA GRAVE DE PRECIOS

Los productos que más se incrementaron fueron las latas de atún, además del huevo en diferentes presentaciones, que además escaseo y se restringió su venta al pública a cierta cantidad por cliente, dependiendo del supermercado.

Otro producto que se incrementó en promedio un 20 por ciento fue el queso, en sus variedades de panela y Oaxaca, aunque algo curioso es que la leche no subió de precio.

Productos comunes en la dieta de los norteños como la carne y las pastas tuvieron menor incremento, del 15 al 20 por ciento.

“La gente está dejando de consumir en los supermercados. Esta es una interpretación: deja de ir porque ya no tiene dinero. Cada vez le alcanza menos el dinero, y esto se puede respaldar con que una parte importante de la población se quedó sin ingresos”, dijo.

Entre marzo y mayo hubo la pérdida de 33 mil empleos, en tanto que la industria no esencial que detuvo su actividad disminuyó sueldos.