En tiempos de guerra la ley guarda silencio; entrevista con Sergio González Rodríguez
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En tiempos de guerra la ley guarda silencio; entrevista con Sergio González Rodríguez
En “Campo de Guerra” (Premio Anagrama de Ensayo), Sergio González Rodríguez, fallecido ayer víctima de un infarto, sostuvo que “en tiempos de guerra la ley guarda silencio”. Dicha aseveración describe de manera global la situación del México contemporáneo. Un país en el que el Estado ha sido suplantado por el an-Estado. Territorio donde impera lo a-legal. Nación que padece una resaca estratosférica: 120 mil muertos y desaparecidos producto de la guerra contra el narco. Cifra a la que a diario se le suman más dígitos.
Por los antecedentes de su obra, “Huesos en el Desierto” (investigación sobre los feminicidios en Ciudad Juárez) y “El Hombre sin Cabeza” (un análisis sobre la decapitación por parte de grupos criminales), no existía una figura con mayor autoridad para develar el México actual que González Rodríguez. Además de haberse consolidado como un ensayista capital, en la última década se ostentó como un novelista prolífico. Su último libro, “El Robo del Siglo”, es una historia que plantea la interrogante de qué sucedió con el dinero incautado a Zhenli Ye Gon. Lo que pone de manifiesto una vez más las preocupaciones centrales de su obra. La población tiene derecho a acceder a la verdad. Posición que asume al tiempo que esgrime un marcado antiimperialimo yanqui. “Campo de Guerra” es una toma de distancia radical en cuanto a todos los aspectos en los que nos relacionamos con Estados Unidos.
Además, González Rodríguez destacó como uno de los críticos literarios más reputados de México. Responsable en gran medida de la recepción crítica de la literatura norteña en el centro del País. Su conocimiento del campo textual y su trabajo de campo (su indagación en el Estado de Chihuahua durante la investigación para “Huesos en el Desierto”) lo dotaron de una credibilidad irreprochable. Tanto en lo literario como en lo periodístico. Pero su sensibilidad se ubicó más allá del tema de la violencia. Cada año ofrecía un puntual recuento de los mejores libros publicados en variedad de géneros, en los que no se ausentaba la poesía. Lo que detentó una voracidad indómita. González Rodríguez repartió su tiempo entre lo bello y lo terrible que conforman el paisaje mexicano.
Recurrimos a él para solicitarle algunas opiniones sobre el México del presente. Y pese a que en sus últimas entrevistas manifestó que “mi visión sobre el país es muy oscura. Del conocimiento depende que salgamos adelante”, aquí se mostró entusiasta y explicó por qué el pueblo de México no debe levantarse en armas.
-¿Consideras la guerra contra el narco la peor crisis en la historia del País?-
“La guerra contra el narcotráfico es una etapa de la historia del País inserta en el desplome del pacto Estado-nación de México a principios del Siglo 21. Su gravedad es enorme, 120 mil muertos, ejecutados y desaparecidos, pero hay que recordar que en los últimos 100 años hubo la Revolución de 1910-1921 (un millón de muertos), la guerra cristera (1926-1929, con cera de 250 mil víctimas) y otros episodios violentos, como la represión del movimiento estudiantil de 1968 y el levantamiento zapatista de 1994 en los Altos de Chiapas. La firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, 1994) y el Acuerdo para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN, 2005) marcan una etapa distinta en la historia mexicana, por lo que a veces se denomina esta etapa como postnacionalista o postmexicana, ya que la soberanía del País ha entrado en una dinámica de absorción por parte de Estados Unidos y Canadá”.
-Ante la ausencia de una soberanía nacional, donde el concepto de patria es inasible, ¿cuáles son las posibles mutaciones que experimentará el mexicano de la postnación?-
“El ataque a la soberanía nacional delata la bandera de algunos políticos, empresarios, comunidades y personas proestadounidenses, que repiten aquella doctrina tradicional de ‘América para los americanos’ (James Monroe dixit), pero la soberanía está lejos de ser un concepto inasible y objeto de compra-venta expedita: consta en las normas constitucionales de México (y de todos los países). El hecho de que los gobernantes mexicanos y sus socios rechacen cumplir tal precepto implica otro asunto. Por lo demás, resulta una falacia decir que los Estados-nación son cosa del pasado porque ahora se impone (o debe imponerse) el gobierno mundial dirigido por Estados Unidos. El Estado-nación continúa como el punto de ensamble necesario para el orden global. El concepto de soberanía no sólo es un mensaje sobre la extensión y autonomía territorial, sino que constituye el recipiente de la historia, la cultura, la memoria, el lenguaje específicos de una nacionalidad.
Si el nacionalismo arcaico está rebasado, la nacionalidad entendida como cosmopolitismo de la diferencia (Ulrich Beck dixit) determina los contenidos postmexicanos o postnacionales. Las nuevas generaciones que están al tanto de la cultura global y que, a la vez, viven en su entorno y bajo el legado familiar, local y comunitario”.
-Si la única solución para enderezar el rumbo es hacer que se cumpla el Estado de derecho, ¿cómo podría conseguirse esto desde el an-Estado?-
“Restablecer el Estado de derecho (Rule of Law) es una tarea que atañe y debe encarar el propio Estado a-legal o an-Estado que llegue a desarrollar una voluntad autocorrectiva, y que implica al Poder Ejecutivo, al Poder Legislativo y al Poder Judicial, a los partidos políticos, a la clase empresarial, a las iglesias, etcétera y, sobre todo, a la sociedad, que tiene que rechazar el an-Estado: su funcionamiento anómalo de estar fuera y contra de la legalidad y, al mismo tiempo, simular el respeto a ella. Por ejemplo, allí está pendiente el combate total a la corrupción institucional, la opacidad del Gobierno, el autoritarismo en acciones y medidas. Desde luego, esto implica crear y practicar otra cultura política a nivel civil que sea capaz de trascender el mito de que la democracia comienza y termina con el voto y durante la jornada electoral, y queda en uso exclusivo de la clase política. La participación civil es una práctica que debe realizarse todos los días”.
-Si el Gobierno y el narcotráfico siempre habían convivido, ¿qué detonó la guerra en México a principios del Siglo 21? ¿Fueron Los Zetas los principales culpables de la desestabilización del País?-
“Entre otros puntos, el protocolo del ASPAN que firmó México con Estados Unidos indicó homologar los estándares de las Fuerzas Armadas y policías de México con los del norte. La estrategia de combatir al narcotráfico, ya equiparable con el terrorismo desde la doctrina militar y diplomática estadounidense, implicó a su vez generalizar la violencia en México e instaurar un mayor endurecimiento del Estado mexicano. Es uno de los efectos de la nueva geopolítica de Estados Unidos a partir del 11 de septiembre de 2001. Los Zetas, cuyos cuadros fundadores se beneficiaron del adiestramiento que recibieron en bases militares de Estados Unidos, introdujeron el modelo de guerra irregular (mercenario, guerrillero o paramilitar) en el trasiego de las drogas y las industrias criminales conexas en amplias regiones y trayectos del País. El resto de los grandes grupos criminales hicieron lo propio, y México se convirtió en un campo de guerra. En defensa de sus propios intereses, la desestabilización de países ha sido una práctica mundial de Estados Unidos a lo largo de la historia”.
-En el pasado existía el temor de que nuestro territorio se colombianizara, ahora son otros países los que temen mexicanizarse. ¿Nos hemos convertido en el mejor modelo de corrupción, de la falta de gobernabilidad y de crisis de inseguridad?-
“El riesgo de ‘mexicanización’ de otros países por desgracia es real: se trataría de esa línea espectral donde lo legal y lo ilegal se entrelazan bajo una legalidad formal. Es decir: la simulación del Estado de derecho y el incumplimiento de las normas constitucionales. Si se pierde el Estado de derecho sustancial, material, concreto, los demás males vienen de inmediato: corrupción, ingobernabilidad, inseguridad, ineficacia, etcétera. Cada vez más las democracias contemporáneas, ha explicado Giorgio Agamben, recurren al ‘Estado de excepción’, en otra palabras, a la ruptura de la legalidad constituida bajo el pretexto de imponer la ley. Sucedió en México, en Michoacán, cuando el Gobierno Federal impuso a un ‘comisionado’ para ‘resolver’ la inseguridad y la violencia allá y éste pasó por encima del orden constitucional al realizar, para colmo, sólo un ejercicio de ‘control de riesgos’ temporal, cuyos efectos fueron fugaces, mínimos y propagandísticos. Mientras tanto, persistieron los problemas que lo convocaron”.
PERIODISTA INSOBORNABLE
> El trabajo de investigación más conocido de Sergio González Rodríguez (CDMX, 1950-2017) es el que realizó sobre los feminicidos en Ciudad Juárez en los 90. De esta labor es que salió una trilogía sobre violencia: “Huesos en el Desierto” (2002),
“El Hombre sin Cabeza” (2009) y “Campo de Guerra” (2014).
> En su libro “Los 43 de Iguala”, volvió a indagar en las causas y los procesos que hacen posible la extensión y el poder del crimen en México.