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En tiempos de COVID-19, bailarín mexicano cuenta su experiencia desde Japón
El bailarín mexicano de danza clásica Braulio Álvarez, el primer extranjero en formar parte del Ballet de Tokio, al que accedió gracias a su amplia experiencia en el Ballet de Hamburgo, al dominio del idioma japonés y a que la compañía por primera vez en su historia, abrió sus puertas al talento de otras nacionalidades, ha sido testigo de por qué Japón es, a la fecha, uno de los países con el menor número de casos de pacientes con Covid-19.
Japón, según cifras oficiales, tardó 65 días en alcanzar los mil casos de contagio, sin embargo los últimos reportes indican que en sólo once días alcanzó los dos mil casos. Hasta este sábado los pacientes subieron a los 3 mil 278. Sin embargo, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, desestimó declarar el estado de emergencia nacional para contener la pandemia.
"Ha sido muy bizarra la experiencia, Japón fue uno de los primeros países que decretaron que los eventos grandes debían ser clausurados, las escuelas cerraron en la etapa muy temprana de los contagios que empezaron en China. Después nos fuimos enterando del contagio en Europa, Estados Unidos y en el resto del mundo. Nosotros seguimos trabajando y ha sido muy extraño ver la situación en otros países, las compañías de danza cerraron, la gente está en sus casas, pero nosotros ofrecimos funciones hace una semana y media (la entrevista se realizó el 1 de abril) en un teatro grande, con público", cuenta a EL UNIVERSAL.
Sin embargo, dice, la opinión de los bailarines está dividida y la incertidumbre por el contagio, comenzó a crecer. "Algunos se preguntaron si era correcto ofrecer la función, pero la compañía tomó las medidas necesarias para evitar contagios, las personas debían entrar con mascarilla, se tomó la temperatura a la gente y no se permitió la entrada si tenían más de 37 grados, se ventiló, había gel en todas partes. El gobierno no decretó que se pararan estas actividades y el Tokyo Ballet no tiene subsidio, es autogestiva con apoyos privados, y si deja de trabajar por dos meses desaparecería", dice.
Tokio Ballet, la compañía más antigua de Japón, ofrece dos o tres funciones al mes, pero durante el verano realiza giras por todo el país y realiza funciones especiales para niños, cuenta con 75 bailarines y tiene un repertorio clásico con los grandes ballets que se bailan en cualquier compañía del mundo, así como obras de importantes coreógrafos contemporáneos como Jiri Kylian y Roland Petit. Es una compañía relativamente joven, con poco más de 50 años de vida.
"En Japón el ballet no suelen asociarlo a una experiencia artística en el sentido más amplio, que tenga que ver con lo que puede provocar en la gente, lo ven más bien como una disciplina en la que se pueden mostrar grandes habilidades. Su público no es muy joven, pero cuando se acercan a la danza, les encanta. Aquí hay muchas escuelas de ballet y creen que eso es ballet, por eso no se acercan a una compañía profesional como el Tokio Ballet", cuenta.
Según Braulio, es hasta ahora que los efectos del Covid-19 se han comenzado a sentir en la ciudad, los negocios han empezado a cerrar pero con la incertidumbre del impacto económico que habrá. "En Japón la gente está acostumbrada a usar mascarilla, tampoco suele tocarse, los saludos se dan, acaso, con un apretón de mano, pero no existen los besos al saludar. Diría que el distanciamiento social es parte de la cultura japonesa".
"No hay estado de emergencia, pero la gente ya está tratando cada vez más de estar en sus casas. Y en la compañía se ha hablado acerca de que tenemos que seguir hasta que nos paren, cuando eso ocurra no sé qué es lo que vayan a decidir; pero en la escuela de ballet sí podemos proponer clases a grupos más reducidos e internet, tendremos que pensar porque el entrenamiento no es el mismo", dice.
Finalmente, cuenta: "Las cosas en Japón han cambiado, hay menos gente en la calle. Espero que en México no empiecen los contagios en los sectores con menos recursos y espero que mi país salga adelante, todos tendremos que hacerlo".