En Residencias Corona estrenan mural y celebran Tattoo Night
Hace un año la artista visual Natalia Alejandrina Blanco y un grupo de colegas cercanos pegaron sobre las mamparas de la iniciativa “Bésame en esta esquina” del Instituto Municipal de Cultura una serie de ilustraciones con parejas diversas demostrando su amor.
Con amantes gays, lesbianas y heterosexuales de todo tipo amaneció el centro de Saltillo el 14 de febrero del 2018 y así comenzó el proyecto “Amor es amor y punto”, que busca darle su lugar, representación y difusión a las distintas relaciones que pueden existir.
A un año del inicio de esto el “amor” de Natalia ya fue y vino a Colombia, donde encontró más muros para mostrarse y mucha gente con la cual conectar en ideas similares y ahora, de vuelta en la ciudad, Residencias Corona se convirtió en otro punto más para su expansión.
Ubicado en un departamento sobre la calle de Corona en esquina con Allende, el hogar de Claudia Barrios y Samuel Flores desde hace un par de años abrió sus puertas para acoger a artistas locales y foráneos que estén en busca de hospedaje por la duración de sus proyectos en la ciudad o de un espacio para usar como taller.
El lugar ahora también forma parte del proyecto “Amor es amor y ponte” con un mural que Natalia, con apoyo, pintó para celebrar el pasado día de San Valentín y que ahora puede verse desde la calle de Allende.
“El año pasado fui a comer a casa de ellos y hablando de eso mismo de las intervenciones me dicen que debería hacer algo como espectaculares, pero eso es muy caro y luego pensé en murales, pero decidí primero dejar que pasara más tiempo”, comentó para VANGUARDIA la artista.
“Dije ‘deja que pase un año’ y en lugar de hacer los stickers pues me aviento unos murales. Algo tranqui porque la verdad es mucha lana. Uno, dos o tres murales que haga está chido y Claudia luego luego me ofreció el espacio arriba de su casa”, agregó.
Una vez que la fecha del Día del Amor y de la Amistad nuevamente se acercó Natalia volvió a entrar en contacto con Clau Barrios, quien le reiteró que el espacio seguía disponible y durante la madrugada del 13 de febrero pintó el mural con la ayuda de Criss Poulain, fotógrafa que además documentó el proceso, y Óscar “Irie” Rocha, el tatuador que en su paso por la ciudad hará de la Residencia Corona su estudio.
Natalia nos contó también que en el viaje que hizo a Colombia el año pasado y con su participación en una marcha del orgullo LGBT en la Ciudad de México, realizó diversas intervenciones con stickers en esas ciudades.
Aunado a esto y siguiendo con su plan de ahora continuar con “Amor es amor y punto” en forma de murales hizo extensiva la invitación para que cualquier persona interesada en apoyar y que cuente con un espacio para donar a la causa se acerque con ella a través de la página de la Panorámica Editorial en Facebook.
Noche de tatuajes
Este viernes, además del estreno del nuevo mural, Residencia Corona también se convirtió en la sede del estudio itinerante de Irie, tatuador de Veracruz, quien estará estos días trabajando en la ciudad con diseños propios y de artistas locales como Lilette Jamieson, Rafael Ortega, Karla Rangel y Natalia Blanco.
El Flash Tattoo del 15 de febrero contó con la asistencia de muchos interesados, quienes plasmaron sobre su piel obras como la de Natalia, cuyo proceso pudimos observar, además de las de otras piezas del catálogo.
“Lo chido es que hubo personas que se quedaron sin tatuarse, por el tiempo y todo eso”, explicó también Blanco, quien conoció al artista durante un festival en Tlaxcala.
“Tiene un estudio que se llama Zona de Arte Xalapa, ahí en Veracruz precisamente. Entonces él y otros en Los Cabos y otro en Sinaloa, cada uno con su Zona de Arte, como sucursales”, agregó, “yo no lo traje, ellos andan viajando y ya tenía como dos meses o no sé cuánto tiempo, y ahí estaba tatuando y pintando y haz de cuenta que iba regresar y me dice que le gustaría pasar al norte, donde no conoce”.
Natalia le habló de la apertura de Claudia y Samuel en Residencias Corona y es ahí donde permanecerá trabajando los días siguientes tatuando piezas por 500 pesos —800 si llevas un amigo que también se tatúe— y un extra por meterle color, hasta que dejen de llegar clientes y continúe su camino de vuelta al sur.