En manos del Chapulín Colorado

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En manos del Chapulín Colorado

¿Hasta qué punto es razonable, justo o normal dudar del gobierno y sus planes? En México, quienes hemos vivido las últimas 3 o 4 décadas hemos sido “educados” en la escuela del “piensa mal y acertarás”; en la escuela de es mejor esperar poco y ser sorprendidos; en la escuela de esperar que un milagro salve la situación cuando un mal plan o pobre ejecución nos ponen en el camino equivocado. Nuestras autoridades, en todos sus niveles y colores, rara vez han sido modelo a seguir en lo que a planeación y ejecución de políticas o estrategias se refiere y eso, sin duda, condiciona las expectativas y confianza que los ciudadanos tenemos en las autoridades, sin importar la ideología que estas tienen. Hay una frase atribuida al político y dos veces primer ministro inglés, Benjamin Disraeli, que dice: “Estoy preparado para lo peor, pero espero lo mejor”. Y hay otra sobre el mismo tema del mismo Disraeli: “Lo que anticipamos rara vez ocurre; pero lo que menos esperamos generalmente sucede”.

Así, esta semana el huevo más cacareado por el gobierno del presidente López Obrador y su vicepresidente (¿o canciller?) Marcelo Ebrard fue la llegada de las primeras vacunas contra el COVID-19 a México en medio de mucha confusión acerca de cuántas llegarían y de mucho show mediático. Se dice que llegaron 3 mil vacunas el 23 de diciembre y el 25 de diciembre el canciller Ebrard anunció que venían otras 42 mil 900 en camino. Días antes el Gobierno había anunciado que llegarían 1.4 millones de vacunas entre el 23 de diciembre y el 31 de enero de 2021. Varios medios y más de un político de la 4T propagaron la idea de que en el avión de DHL del 23 de diciembre venían las 1.4 millones de vacunas, lo que abrió la puerta a una desilusión cuando se filtró el dato de que en realidad fueron solo 3 mil dosis. Y así, con comunicación poco clara y con cifras que provocan dudas entre quienes nunca hemos comprado ciegamente lo que el Gobierno (este o cualquier otro) promete, es que arranca una de las campañas oficiales más relevantes de la historia moderna del País. ¿Hay un plan? Sí. Existe el documento rector de la “Política Nacional de Vacunación contra el virus SARS-CoV-2 para la prevención de la COVID-19 en México”, que en su versión 3.0 del 8 de diciembre y en sus 22 páginas explica las recomendaciones del grupo técnico asesor (sí, el Dr. López-Gatell es parte de dicho grupo), los tipos de candidatos, priorización de los grupos, las etapas y la logística de la estrategia, así como el plan de comunicación. Y si uno le dedica 30 minutos será normal acabar con muchas dudas y una sensación de que, como es común, el Gobierno no tiene un plan sólido y debemos preocuparnos de que el triunfalismo transmitido el día 23 con la llegada del primer manojo de dosis es como aquellas grandes obras en las que el presidente o gobernador en turno cortaba un listón para inaugurar la carretera o tren que no se completaría ni en tiempo ni en costo.

En la página 8 del plan empiezan las dudas con matemáticas simples que no hacen sentido y una redacción confusa. Hablan de que, “entre diciembre de 2020 y diciembre de 2021, con vacunas de Pfizer/BioNTech (17.2 millones), CanSinoBio (35 millones) y AstraZeneca (30.8 millones), lograrán inmunizar a 90.9 (sic) de mexicanos” y que “con 25.8 millones más de COVAX llegarán a un máximo de 116.7 millones de personas vacunadas en un periodo máximo de 18 meses”. Los números no cuadran. También hablan de que no se vacunará a menores de 18 años hasta que no se cuente con evidencia de que es seguro. Por su parte, AMLO dijo que menores de 16 no la recibirán y que se piensa llegar al 75 por ciento de la población mayor de 16 años.

Usando lo mencionado por el Presidente, deducimos que se vacunarían a unos 68 millones de personas (alrededor del 70 por ciento de la población mayor de 16 años; hay una población total de unos 130 millones) con las distintas vacunas ya aprobadas y las que se agreguen a la lista en un plazo de entre 12 y 18 meses. Esto quiere decir que se deberán vacunar entre 125 mil y 190 mil personas cada día (para 18 o 12 meses de plazo). Hasta el 25 de diciembre, en que escribo estas líneas, llegaron 3 mil y vienen otras 42 mil 900 en camino. Eso es sólo el inventario, no está claro si ya se aplicaron, si se tiene la logística de distribución y conservación o qué tan rápido las aplicará el Gobierno (a través del ejército, que es el que ahora hace todo). Con esas 46 mil vacunas podremos cubrir las necesidades de unas 6 a 9 horas de la campaña de los siguientes 12 a 18 meses (si se trabaja 24 horas al día). Las 1.4 millones planeadas a recibir de aquí a enero 31 podrían cubrir entre 7 y 11 días del número necesario en base a la campaña. Es decir, en los siguientes 36 días nos rezagaremos 25 y 29 días respecto al plan oficial. Algo no cuadra y es posible que tengamos que esperar que un milagro sea el que salve el plan, o tal vez que resucite el Chapulín Colorado.