En la primera semana de confinamiento de AMLO, su salud fue crítica y se mintió al respecto

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En la primera semana de confinamiento de AMLO, su salud fue crítica y se mintió al respecto

Especial/ Los doctores le recomendaron reposo absoluto, pero el Presidente no quiso cancelar la llamada con Putin al día siguiente
López Obrador tuvo una crisis que fue rápidamente atendida por el equipo médico que lo atiende 24 horas, que lo estabilizó

De acuerdo con la columna de Raymundo Riva Palacio, publicada por VANGUARDIA, Andrés Manuel López Obrador, llevaba varios días con el coronavirus en su cuerpo, pero no había presentado ningún síntoma. Tampoco había hablado con los especialistas sobre cómo se sentía.

Añaden que con esa salud deteriorada habló con Biden la tarde del viernes 22 de enero, y poco después dijo en su cuenta de Twitter que habían tratado asuntos relacionados con la migración y la cooperación para el desarrollo y el bienestar. La Casa Blanca difundió una declaración con generalidades sobre la conversación. La plática, dijeron funcionarios mexicanos, fue superficial y sólo versó sobre la migración centroamericana, donde López Obrador le dijo que su plan para la región había sido adoptado por todos los países, lo cual es falso.

López Obrador dio positivo a COVID el domingo en la madrugada, y para la tarde de ese día, el 24, tenía fiebre y se sentía muy mal. Los doctores le recomendaron reposo absoluto, pero el Presidente no quiso cancelar la llamada con Putin al día siguiente, por la urgencia para garantizar vacunas para los próximos meses, tras los tropiezos que tenía con Pfizer, a quien no le pudieron reclamar el recorte de suministros porque habían sido dosis que le regaló el gobierno de Donald Trump, y con Astra-Zeneca.

López Obrador tuvo una crisis que fue rápidamente atendida por el equipo médico que lo atiende 24 horas, que lo estabilizó. De acuerdo con fuentes del gabinete de seguridad, el miércoles 27 el presidente amaneció muy decaído en el ánimo, aunque tomó varias decisiones. La más importante fue que su oficina quedara a cargo del consejero jurídico de la Presidencia, Julio Scherer, y para apoyarlo en los diversos temas que surgieran, Cárdenas y su vocero, Jesús Ramírez Cuevas. La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, que por diseño institucional tendría que haber sido quien asumiera esa función, fue relegada.

En la mañanera del jueves 28, Sánchez Cordero dijo que el Presidente “se encuentra muy bien”, lo que no era cierto, pero ocupaba el espacio de opinión pública que blindaba el verdadero estado de salud de López Obrador.

Sánchez Cordero, sin embargo, fue una de las contadas colaboradoras del Presidente, a la que se le permitió acceso a López Obrador la semana pasada. Además de ella, quienes pudieron acceder a él, más allá de su familia y del secretario de Salud, Jorge Alcocer, quien encabeza el equipo médico que lo atiende, fueron únicamente el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, y el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell.

Pese a los días malos que tuvo el Presidente en la primera semana de confinamiento, no hubo ningún momento en el cual estuviera inconsciente o sin la capacidad para ejercer sus funciones. Pero tampoco, sin embargo, en condiciones para repetir los mensajes videograbados como el que difundió el viernes 29 por la tarde, donde se le vio cansado, débil y no en las mejores condiciones de salud. Sin embargo, para ese día, el Presidente ya había pasado el momento más crítico de su enfermedad y estaba en una lenta y difícil recuperación.