En especie
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En especie
Quizás no sea nada nuevo, quizás sea una práctica vigente en países desarrollados y hasta una medida progresista para afrontar las responsabilidades fiscales (no lo sé y no me pienso pasar la tarde investigándolo), pero eso de darle a los contribuyentes la opción de pagar sus impuestos “en especie” me remite a la Edad Media.
Apenas leí sobre la existencia del Comité para la Aceptación del Pago de Contribuciones en Especie, creado por el Gobierno Estatal, me imaginé a los coahuilenses vestidos como vasallos feudales, famélicos, tristes, harapientos, haciendo fila con sus gallinas, cerdos y sacos de granos.
Claro, en una versión actualizada de esa escena, le entregaríamos al señor de la comarca nuestros iPads, iPhones, tablets, laptops, Xbox, Ps4 y cuanto gadget nos hayamos podido costear en abonos o con el aguinaldo.
-¡Qué es esto! ¿Un Blackberry? ¡Al calabozo!
De hecho, evoqué también un episodio de la Pantera Rosa, en el que el félido a gogó le anda haciendo al Robin Hood, ya que los recaudadores del Sheriff de Nottingham andaban muy bravos confiscándole hasta el hambre a la pobreza. El argumento desata por supuesto una serie de deliciosas situaciones humorísticas como bien nos tenía acostumbrados aquella panterita “groovy”.
Pero de vuelta a los impuestos (es que me quedé pensando en la Pantera…), la opción para pagarle al Fisco con bienes o servicios se me antoja, más que una bondadosa alternativa para los atribulados contribuyentes, tan solo una de las muchísimas caras de la bancarrota estatal
Dicha bancarrota se siente en la administración pública (que no halla de dónde hacerse de más ingresos), pero también en las finanzas domésticas, destinadas en su casi totalidad a la supervivencia. ¿Pagar impuestos? “Hasta suena a extravagancia de magnates”.
Así que para no dejar de captar algunos ingresos, que de otra forma jamás podría cobrar, el magnánimo Gobierno abre para los buenos ciudadanos esta modalidad tributaria.
¡Págalo en especie!
Es como la Navidad de un año en crisis, en la que cada presente del intercambio fue hecho a mano por quien lo regala:
-¡Ay, qué rico! ¡Cuernitos de nuez! (*¡Hmta! ¡Si al menos supiera cocinar!*).
-¡Ojalá que te gusten! ¡Oh, pero qué lindo portarretratos rústico! ¡Gracias! (*Es el quinto año consecutivo con lo mismo. ¡Ya cámbiale, cabrón!*).
De manera que vaya pensando si su carrera, profesión, actividad o modus vivendi puede ser de alguna manera aprovechado por el Gobierno o el PRI (que es lo mismo) y seguro que podrá ahorrarse algunos pesillos y de paso ponerse a mano con el Sheriff de Nottingham, o que diga, con el señor feu… este… Gobernador.
Por ejemplo, digamos que es taxista. Usted llega y dice:
-Pos yo, soy Rutilo y soy ruletero. Y puedo acarrear gente para el día de las elecciones.
-¡Aprobado!
¿Ve qué fácil? Si todo es cosa de echarle imaginación:
Digamos que es usted veterinario. Se presenta:
-Oiga, si yo me ofrezco a vacunar a todos los miembros de la Policía.
-¡¿Cómo?!
-A todos los miembros del escuadrón canino, déjeme terminar.
-¡Ah, vaya!
Estoy seguro que la gente hasta se pelearía por acceder a este programa y ser contribuyentes cumplidos:
-Yo soy ingeniero con dos maestrías del MIT.
-Yo soy prostituta.
-¡Ay qué lástima, pero ingenieros ya tenemos, eh! ¡Vuelva luego, gracias!
Estoy seguro que así todos podríamos contribuir a engrandecer a nuestro Estado. Todos, desde el señor de las tortas (obvio) hasta los que tenemos una Licenciatura en Comunicación. Sí, leyó usted bien: Hasta el comunicólogo:
-¿Sabe leer y escribir?
-¡Claro!
-¡Suave! Ya tenemos quien nos escriba los eslóganes para lo que resta del sexenio.
Yo, por supuesto, podría hacer también mi contribución hacendaria en especie, redactando una columna encomiástica a la gestión estatal; una para exaltar las bondades del régimen; una que a golpe de adjetivos lisonjeros esculpiera la estatua del Mandatario Estatal; una en la que le llamara amigo; una que ensalzara sus obras, que cantara sus hazañas, que glorificara su nombre.
¡Cállese los ojos! Con lo que les gusta pagar por esta prensa a nuestros políticos desgobernantes, capaz que hasta resulto con saldo a favor. Y ya que el Fisco le devuelva a uno dinero, así sean tres pesos, eso sí es algo digno de verse.
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