En el lado incorrecto de la Historia

Usted está aquí

En el lado incorrecto de la Historia

¿Qué les motiva? ¿Qué experimentan? Es una suerte de cosquilleo que les hace engolar la voz y tratar de volverse de pronto en lo que ellos mismos consideran un referente para todo mundo. Es la manera de hablar, a ratos como concediendo, en otros momentos elevando el volumen; es un andar con mayor seguridad, pero dejando bien claro a sus espectadores que les cuesta hacerlo con tanta presencia: que se den cuenta, pero veladamente, que se tiene todo el poder.

Ante todo, hay que mostrar signos de que se ha llegado al estatus. Cuando el presidente Donald Trump tomó posesión de la presidencia de Estados Unidos, eligió su propio medio de comunicación con el país y fue entonces que Twitter se convirtió en uno de sus mejores aliados para comunicar sus propósitos y su manera en que iba a comunicarse con los norteamericanos y el mundo entero. También de inmediato extendió las llamadas órdenes ejecutivas, enfocadas de manera primordial y desde el principio a los indocumentados, tocando con ello, como se vería después, a los grupos más vulnerables. Recordamos aquí a pequeños hijos de indocumentados cuando fueron separados de sus padres y puestos en jaulas.

El poder, el poder, el poder. En nuestro país, a la altura de ese para algunos deseable estatus, desde su púlpito en las conferencias mañaneras, el presidente Andrés Manuel López Obrador cerró las estancias infantiles para apoyar a madres trabajadoras; se empeña en la utilización de energías poco limpias, así como en la construcción de un aeropuerto en Santa Lucía, luego de haber logrado la suspensión de las obras del aeropuerto de Texcoco, siendo aún presidente electo. Y de igual manera, insiste en la construcción de un tren en tierra maya que vendrá a romper el equilibrio en parte importante de la selva lacandona.

Es la fascinación de ese estatus. Una magia que les hechiza a ellos, como a tantos otros, la posibilidad de influir con sus acciones, con sus decisiones, en la vida de un sinnúmero de personas. Es ese encumbrarse por encima de los demás, de sentirse superior y que quede la marca de su personalidad en cuanta idea aparezca por su mente.

El cambio de suerte para el presidente norteamericano, golpe infligido por Twitter, Instagram y Facebook, a cargo de Mark Zuckerberg, viene a demostrar cuan frágil es ese barco en el que colocaba no solamente todas sus esperanzas; también quería dejar en claro sus aparentes fortalezas derivadas del poder absoluto.

El que el presidente de México haya optado por expresar su rechazo a la suspensión permanente de las redes sociales al mandatario estadounidense, en lugar de concentrarse en condenar el ataque al Capitolio, lo coloca en el lado incorrecto de la Historia.

Es momento de analizar su propia concepción del poder. Puede ser tan mágico y tan hechicero, pero el poder también puede volver ciego a quien lo asume. Y las consecuencias de no medir, de no ver con claridad el horizonte, de no comprender el verdadero papel de un líder, están viéndose ya. En el caso de Trump, entre otras, están la suspensión definitiva de las redes sociales y la contundente pérdida de la presidencia de Estados Unidos.

El caso está frente a nuestros ojos. Y es momento de definir cómo el líder en nuestro país quiere manifestar la relación con su cargo, que tiene fecha de caducidad.

Una llamada de atención para quienes un poco o un mucho de poder les marea hasta nublar la visión, perder piso y caer, como está ocurriendo con el otrora influyente personaje del vecino país.