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En bares reina la euforia y se esfuma la prudencia, burlan normas antiCOVID
Centros nocturnos y bares del centro burlan las normas de seguridad con prácticas que maquillan el cumplimiento de las restricciones. Las cantinas y bares ofrecen “entradas” como alimentos a bajos precios o dan como cortesía botanas al centro de la mesa, para simular el consumo de alimentos en su modalidad de restaurante bar, sin embargo, antes de la medianoche la cocina está “cerrada”.
Botellas de cerveza, jarras y copas en las mesas sin alimento alguno los evidencian. Respecto a la clausura del servicio de barra, éstas continúan en operación y los clientes pueden solicitar bebidas recargándose en superficies que no se desinfectan; en el caso de la iluminación de animación o pista de baile, estas continúan.
La música, las risas y el sonido de los tacones bailando se pueden escuchar desde la entrada.
Uno tras otro y de bar en bar, los clientes buscan mesas hasta el fondo de los ahora “restaurantes” donde puedan bailar y beber al ritmo de la música.
Sin importar que los centros no cuenten con pistas de baile, sus clientes saturan pasillos violando la sana distancia para bailar entre las mesas, que según el protocolo sólo debería reunir 6 personas, sin embargo, más de 10 amigos a poca distancia y sin cubre bocas, se saludan y abrazan.
Al pasar la noche, las medidas de salubridad como usar gel antibacterial, colocarse el cubrebocas o revisar la temperatura desaparecen con los guardias en las entradas de los bares. Mientras que sin importar su anuncio para recibir solo al 50 por ciento de su capacidad, ese 50 por ciento está disperso sin el 1.5 metros recomendado.
Además, zonas como terrazas, barras, sanitarios o área de fumadores se ven saturadas por los visitantes, sin la precaución de turnarse en dichos espacios.