Eloy Cerecero pinta siempre tomando como inspiración a la actualidad, los hechos más relevantes que están sucediendo y en medio de esta crisis sanitaria que vivimos por el coronavirus es natural que su más reciente trabajo aborde dicha cuestión.

A sus noventa años el pintor saltillense está resguardado en su hogar, desde hace poco más de quince días, dado que por su edad es parte del sector más vulnerable ante esta pandemia, pero el tiempo no ha transcurrido en vano y lo dedicó a la creación de dos pinturas que compartió con VANGUARDIA y sobre las cuales nos contó un poco más al respecto.

“Yo siempre estoy al pendiente de lo que sucede y ahora esto es lo principal, la pandemia”, comentó, “estoy representando ahí los dos afectados que hay, en la economía y en la salud. La economía va para abajo, está rompiéndose todo, no sabes qué va a pasar y el virus aquí nos tiene con el pendiente.”

En “Pánico silencioso” representa el dilema ante el cual se encuentra la humanidad, donde para resguardarse y evitar la propagación del virus está deteniendo procesos económicos, se están perdiendo empleos y el desarrollo se ve amenazado. Sin embargo, priorizar esto último pondría en riesgo la salud de miles, sino es que millones.

Es por eso que en esta obra, mientras de cada lado ejerce presión el virus contra la economía es el hombre, cubierto con un tapabocas y con gesto de angustia en el ceño, se ubica en el choque entre ambos extremos —donde destaca la penetración que ejerce el virus sobre la economía, con tres punzones que casi la tocan y comienzan a desbaratar el signo de pesos—.

Sin embargo, ya desde aquí Cerecero plantea el símbolo que en estos días le ha dado fortaleza y que lo seguirá acompañando durante el resto de la cuarentena: la cruz, ubicada en la pintura frente al hombre, como un recordatorio de la importancia de la fe para sobrellevar la crisis y señalando a la vez que el personaje no está hablando, sino orando.

Esta idea la retomó en la segunda obra, llamada “La oración”, donde presenta un par de manos unidas en señal de oración, con un fondo que remite a la bandera del Vaticano, sede de la Iglesia Católica, lábaro de amarillo y blanco, colores que simbolizan las llaves del Reino que custodia San Pedro.

“La oración es lo que espero que todo mundo haga, no hay más, ante esta cosa tan terrible”, expresó y añadió que acaba de terminar una tercera obra, inspirada también en los mismos temas, pero ahora llevado a una escala global.

La contingencia ha impedido que incluso pueda ver a sus hijos, nos contó lo complicado y elaborado que fue el simple hecho de tomar las fotografías de estas pinturas para evitar el contacto directo con ellos y como él muchos otros hombres y mujeres de la tercera edad están cuidando de su salud en aislamiento.

“Ya se me acaban los bastidores, no puedo salir”, comentó, “no ha cambiado mi pintura, yo siempre estoy con las antenas bien puestas para ver qué sucede. Ahora estoy al pendiente de este tema y el tema de estas obras es que la gente piense en esto, alguien tiene que rezar, no hay de otra”.

“Quiero motivar con mi obra a la gente”, compartió.

Eloy Cerecero

› Nació en Saltillo, Coahuila en 1929

› Es un pintor y muralista autodidacta

› De 1954 a 1962 formó parte del Frente Nacional de Artes Plásticas de México junto con Diego Rivera, David Alfaro Siquéiros y José Chávez Morado.

› En 1994 fundó en Saltillo, junto con su familia, el Centro de Arte Contemporáneo y fue director de la Escuela de Artes Plásticas Prof. Rubén Herrera y coordinador de difusión cultural de la UAdeC de 1994 a 1997.