Elogio a un buen alcalde

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Elogio a un buen alcalde

Abatir la demora en los trámites burocráticos ha sido una de las demandas más sentidas de la sociedad. Porque hacer “cola”, llenar los requisitos, llevar las copias y soportar la prepotencia de la burocracia es trabajo de Sísifo. Mucha razón tenía Kafka cuando decía que las ataduras de la humanidad vejada eran de papel oficio, y por quintuplicado diríamos aquí en México. Hoy, la tendencia es la de agilizar los trámites como actualmente sucede en el Ayuntamiento de Saltillo, donde Manolo Jiménez ha decidido cortar de tajo con la mala tramitología, las “colas” y los laberintos burocráticos.

En la película “El Ministro y Yo”, con Mario Moreno “Cantinflas”, hay una escena donde los ciudadanos se agolpan en una oficina pública esperando ser atendidos por una burocracia que los ignora, dedicada al chacoteo, entre lonches y refrescos y pegados en la cháchara telefónica. Entonces llega el gran mimo y les endereza un discurso correctivo, lleno de moralina, si usted quiere, pero no exento de razón: “Ustedes tienen un concepto muy equivocado de lo que es la burocracia ¿Saben de dónde viene esa palabra? Del francés “bureau” que se traduce como escritorio y del griego “cratos” que significa poder, es decir, que ustedes al no atender a estas personas están abusando del poder desde los escritorios, y por eso han perdido el respeto y la sensibilidad, el verdadero sentido que es el de servir con responsabilidad a los ciudadanos que, con sus impuestos, pagan sus salarios, sus pensiones y sus vacaciones, y cuando ustedes no cumplen con esa responsabilidad, frenan el desarrollo y el progreso de la sociedad”. Un buen guión de Tito Davison, basado en su libreto original de “El Burócrata González”.

Y es que ser maltratado en las ventanillas de la burocracia es uno de los vicios más arraigado de este País que, en el caso de Saltillo, es una práctica que pertenece al pasado gracias al Consejo Ciudadano de Mejora Regulatoria que Manolo Jiménez Salinas ha establecido en la Alcaldía, convirtiendo a Saltillo en uno de los 10 municipios mejor calificados con respecto a la atención ciudadana.

Y conste que esto no es una adulación a nuestro Alcalde convertido hoy en uno de los mejores ediles de México, pero también uno se cansa de estar criticando a las mismas lacras de siempre y es necesario destacar los sustantivos que, como en el caso de Manolo, son dignos de mencionar.

Este columnista conoció al padre del Alcalde en las aulas de un instituto de estudios de Monterrey. Después de muchos años nos hemos vuelto a encontrar aquí en Saltillo, él, como un empresario exitoso que conserva su gran calidad humana.

Por eso no le extrañe a usted que el suscrito reconozca en el munícipe algunas cualidades de su padre. Porque es cierto, nuestro joven Alcalde es inteligente, sensible, tiene carisma, sabe debatir, cae bien, la cámara le quiere, domina las artes marciales, que es disciplina, temple y contención, y tiene además sentido social y sentido empresarial, todas esas cosas tan necesarias para la política que hacen de Manolo una promesa, una esperanza para el bien de Coahuila. Enhorabuena.