Elogio del ocio
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Elogio del ocio
Hortensia Hernández Méndez, socióloga y maestra en Desarrollo Social en UAdeC asegura que hace 30 años la niñez estaba preocupada por el cuidado de la ecología, jugar en el campo y hacer otras actividades relacionadas con la educación, ahora la complejidad de la vida “nos ha rebasado como padres, pues cada vez más la sexualidad está más expuesta Internet. Ahora hablamos que nuestros hijos tienen estrés porque vivimos en una vida acelerada que también nos exige a nosotros como padres exigirles a ellos como hijos, porque estamos en una sociedad competitiva y porque si no sobresalimos, entonces no somos nadie”.
Dice que vivimos en una sociedad líquida, llamada así porque “todo se escurre como el agua y en lo que todo pasa rápido”.
Las cosas no han cambiado mucho, Leclerq lo dijo en 1936: “Lo malo de nuestra civilización no es la técnica, ni siquiera la masificación, sino su prisa, la pérdida del sentido de contemplación, de aquella actividad del espíritu que constituye el fin mismo del ser espiritual. Para introducir el sentido de contemplación hay que empezar teniendo serenidad en nuestras vidas, esa paz noble superior”.
“El mejor elogio de la pereza hubiera sido no escribir este artículo. Desde hace tiempo la humanidad se enorgullece de llevar una vida intensa, que es una vida agitada cuya característica es andar a la carrera. Los mejores descubrimientos tienen que ver con la velocidad y no con la sabiduría. Nuestra vida no es propiamente humana si en ella hay lentitud. Esto no quiere decir que la vida debe ser del todo ociosa, el trabajo, el esfuerzo ha de partir de un reposo y desembocar en un reposo. Las grandes obras y los grandes gozos no se saborean corriendo. Acumular carrera sobre carrera no es acumular montañas, sino vientos. ¿Cuál es el fin de la vida y dónde está la felicidad? ‘No importa, hagamos algo por lo pronto’, dice el hombre de hoy, ‘ya veremos después lo que pasa’.
“El trabajo ennoblece cuando es firme y equilibrado, y cuando tiene por fin producir un valor humano. “El hombre de hoy se avergüenza de no hacer nada. Hay personas que tienen un negocio y ganan tanto dinero que no saben qué hacer con él. Están abrumados por el trabajo y las preocupaciones. Y como ganan más de lo que necesitan, en lugar de darse tiempo para reflexionar o para mirar a su alrededor, crean más negocios con las ganancias de los primeros, intensifican su trabajo y sus preocupaciones, hasta quebrar.
“Para que alguien se atreva a decir que va descansar necesita casi una orden del médico. Cuando se recorre el mundo en seis meses, se ha visto menos de lo que se puede ver en el mismo tiempo, aspirando los olores de su terruño. Cuanto más corremos menos vemos. Para mirar hay que detenerse. No es corriendo, no es en el tumulto de las gentes en el apresuramiento de cien cosas atropelladas como se reconoce la belleza y como florece esta.
“La soledad, el silencio, el reposo, son necesarios para todo nacimiento, y si alguna vez un pensamiento, una obra de arte surgen como relámpago, hubo antes una larga incubación. Una de las primeras comisiones de un buen gobierno es la tener gobernantes con el espíritu ágil, el alma serena y el corazón en paz.
“¿Cómo quieren que funcione el mundo con todos esos hipertensos frenéticos? Sí, la paz, el silencio y no tener prisa. Los que oyen la voz de Dios son mucho más contados en nuestra época que en otras ¿Cómo quieren que se le oiga cuando por todos los sentidos entra un ruido, una confusión de sonidos, de colores y de formas, de sensaciones, de ideas, de imágenes en tropel, cuando los niños son bombardeados con información?
“Tratemos de olvidar por un momento que tenemos siempre 10 cosas que hacer al mismo tiempo. Intentemos estar aquí, un ratito, como si no existiera ningún otra cosa, como si repentinamente ya no existiera el tiempo y, en la inmovilidad del minuto, lo eterno se hiciera nosotros”.
jesus50@hotmail.com