Elogio del actor

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Elogio del actor

Caray, qué poco dura la vida eterna. Dura tan poco, que apenas es un soplo. La vida es llama, fuego purificador y música vocinglera, ¿la muerte? La muerte es silencio, crujir de dientes primero, luego la nada. Por eso el Eclesiastés 9:5 advierte que “los muertos… no tienen conciencia de nada en absoluto”. No sienten, no ríen, no actúan, no mienten, no sufren, no lloran; nada (Salmos 146: 3-5). Los muertos, muertos están. 

Y muerto está y lo he recordado tanto en estos días y desde su muerte, al gran actor y director de teatro el cual era mi amigo, don Jesús Valdés. El gran Jesús Valdés. Y en esta gran fraternidad de los que amamos y vivimos la cultura en cualquiera de sus manifestaciones, fuimos a comer y a brindar por el gran Valdés, el maestro Sergio Guadarrama y quien esto escribe. Imagino pocos lo saben, Guadarrama, no obstante su exitoso paso por la política comarcana, fue actor en una o dos obras de Valdés y en una de ellas, fue su asistente de dirección. Para el barítono educado en la Escuela de Música de la UAdeC, ese tiempo pasado fue el mejor de todos los tiempos en los cuales nos formamos. Tiempos de gloria, recordó Guadarrama, donde convivían Edmundo Arizpe, Jesús Valdés, Leticia Villalobos, Susana Mendoza, René Gil, Lupina Soto, Amado Ramírez, Homero Craig… 

En aquellos años se bajaba el telón por un día, pero al siguiente ya se planeaba la nueva obra, el nuevo repertorio. Sin duda, Valdés ya está unido a la eternidad junto a actores y directores consagrados, los cuales forman parte de nuestro ADN de la dramaturgia norestense. Es el caso de doña Carmen Aguirre de Fuentes, Héctor González, el telúrico y efectista Alejandro Santiex, Honorato Teissier; en fin, amos y dueños de los escenarios y las tablas. Y así, entre recuerdos y brindis, coincidí con Sergio en una figura a la cual se le debería de promover un homenaje en vida; sí, en vida y no en la muerte, como postrer aplauso (cuando ya el muerto, muerto está y no siente ni escucha aplauso. Nada). Es a la actriz Lupina Soto.   

Lupina Soto (17 de enero de 1918) es nuevoleonesa de nacimiento y saltillense por adopción. Desde 1944 radica aquí y a los 43 años inició su carrera actoral. En un Estado donde la gloria de internet es efímera, imagino pocos saben que la actriz Soto actuó en “Falso orgullo”, de la cual es autora. En aquellos años actuó asimismo en “El perdón de una madre”, “Violeta y el cazador”. Soto inició sus estudios actorales junto a otro hombre y estatua de la cultura local, el maestro Efraín Domínguez, en el Centro Social 38 y luego en el INBA.

Esquina-bajan

Lupina Soto, con el garbo de esas mujeres, las cuales ya no se dan en el escenario actual, protagonizó toda suerte de teatro: “La casa de Bernarda Alba”, “La novicia rebelde” (comedia musical), “México de mis recuerdos”, “Bodas de sangre”, “Señoritas a disgusto”, “La casa de los espantos”. Fue dirigida por Lourdes Valdés, Carmen Aguirre de Fuentes, Guillermo Sheridan, Leticia Villalobos y claro, el gran Jesús Valdés. Sus actuaciones siguen siendo legendarias junto a Edmundo Arizpe, Martha Flores, Eduardo Arizpe, Francisco Zúñiga, por citar sólo a algunos histriones.

Sin duda, eran mejores tiempos a estos los cuales nos asisten. La actriz Lupina Soto, para fortuna nuestra, vive con sus noventa y tantos años encima los cuales aún no la doblegan. A una dama del teatro el tiempo jamás la va a doblegar. Soto casó con don Estanislao Soto Zúñiga, cantante de música sacra y procreó ocho hijos. Ya vio usted cómo se teje el amor y la amistad para siempre entre esta gran comunidad de gente bien nacida en Saltillo la cual tiene un denominador común: la cultura y sus manifestaciones.

Lupina Soto era y es dueña de una presencia arrasadora en las tablas, así le recuerdo. Emperifollada según el papel asignado, esta dama pertenece a una estirpe hoy prácticamente extinta: la de las damas de teatro, actrices que no sabían de medias tintas ni paños tibios. 
Gozosa, se daba en el escenario como buena actriz. Ejercía como si tal cosa y entregaba como don Valdés, girones de su vida en actuaciones, las cuales hoy forman parte de nuestro abecedario cultural. ¡Salud por la primera actriz, Lupina Soto!

Letras minúsculas

Un homenaje a semejante dama y actriz, es insoslayable. En vida, en vida…