Ellos le apuestan al olvido, nosotros a la permanente memoria

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Ellos le apuestan al olvido, nosotros a la permanente memoria

La aparición un reportaje de Ginger Thompson de ProPublica en Internet, el pasado 12 de junio, acerca de la masacre en Allende Coahuila, nos trae de nuevo a la memoria una de las atrocidades que dejó como herencia el Moreirato. La crónica, en parte auspiciada por National Geographic se basa en una recolección de archivos, testimonios y declaraciones de muchos habitantes de ese pueblo a sólo 40 km de Piedras Negras y que forma parte de la región conocida como Cinco Manantiales. 

José Juan Morales, coordinador de investigadores, Subprocuraduría de Personas Desaparecidas en el estado de Coahuila: Tenemos testimonios de personas que afirman que participaron en el crimen. Se hablaba de alrededor de 50 camionetas que llegaron a Allende con gente vinculada al cartel. Ingresaron a domicilios, los saquearon, quemaron. Después de saquearlos, llevaron a las personas que vivían en los domicilios a un rancho a las salidas de Allende. Primero los mataron y luego los metieron a una bodega donde había pastura, los rociaron con diésel y les prendieron fuego. Estuvieron alimentando el fuego horas y horas. 

Así se inicia este trabajo periodístico en referencia al día de la masacre de marzo del 2011, hombres, mujeres y niños asesinados, todo, de acuerdo con la publicación, por un asunto de drogas, venganza de los capos porque se sentían traicionados por agentes policíacos vinculados a la DEA. No voy a repetir aquí esta investigación, lo anoto para que el lector no dude acerca de la credibilidad de lo sucedido en un pueblo de no más de 23000 habitantes, de acuerdo con datos estadísticos de INEGI.  

Después de doce años de gobierno de los hermanos, los caminos y las tierras de Coahuila en regiones como La Laguna, Norte, Fronteriza, se han descubierto cementerios clandestinos y hemos asistido a espeluznantes relatos de ejecuciones y asesinatos perpetrados por delincuentes relacionados con las drogas. ¿Qué sucedió para que una entidad como Coahuila fuera penetrada por el crimen en tan pocos años?

Después de leer esta crónica me he detenido en los testimonios de los habitantes de Allende y las causas saltan a la vista y es; la complicidad de autoridades, la permisividad de la sociedad que permitieron convivir con delincuentes a ojos vistas, escasos años anteriores a esta masacre, los capos se paseaban como Juan por su casa, participaban de las fiestas familiares, se infiltraban en los círculos sociales, hacían negocios con los lugareños y convirtieron a  Allende en su refugio y su casa. Las autoridades judiciales municipales y estatales vieron surgir ranchos y propiedades de los nuevos y audaces potentados. Para quienes persiguen los delitos no había nada raro que un agricultor con un par de vacas y marranos de pronto fuera dueño de fortunas nunca vistas en ese pequeño pueblo.

Marzo del 20º11, había terminado su período Humberto Moreira y apenas se acomodaba Rubén por lo que se llaman ignorantes de esa tragedia. ¿Y el señor Torres? Ahora enjuiciado por saquear las arcas públicas. ¿No vieron nada? ¿No se enteraron?

Ellos, los gobernantes le apuestan a la desmemoria de los coahuilenses. Como ahora actúan frente  a las denuncias del fraude electoral del pasado 4 de junio. Cientos de hechos denunciados ante el IEC y el tribunal electoral en donde se demuestra el atropello contra la voluntad de miles de ciudadanos. Le apuestan a que los días transcurran y todo se olvide. 

La última y nos vamos

Las camionetas repletas de gente y armas que llegaron a Allende en marzo del 2011, ¿Por dónde pasaron? Y lo más inaudito, después de quemar el pueblo entero y asesinar a cientos, ¿nadie acudió para saber qué había pasado? Los fantasmas llegaron, hicieron su desastre y se fueron. Las preguntas están ahí, en espera de las respuestas, aunque pasen los años. El olvido y la impunidad van de la mano.
  
La querella infinita 
Mario Valencia Hernández
mvalehe@yahoo.com.mx